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En la foto aparece Lionel Messi abrazado a un niño peruano llamado Kevin Méndez. Han pasado más de veinte años del registro de ese retrato en una vieja cancha de fútbol que hoy es un almacén de contenedores en el puerto del Callao. El crack argentino, hoy ganador de su séptimo Balón de Oro, mira con algo de ternura esa imagen que hemos impreso para dársela como obsequio y homenaje antes de entrevistarlo en el aeropuerto El Prat de Barcelona. El calendario nos dice que estamos en mayo del 2013, unas horas antes Leo celebró un nuevo título de la Liga Española con el Barza usando un chupón de bebe y presentando en sociedad a su primer hijo Thiago.
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Esa noche, el crack azulgrana se subirá a un jet privado que lo llevará a Qatar, donde ofrecerá una conferencia como imagen de una empresa de telefonía árabe. Antes de embarcarse, detuvo su apurado paso y recibió esa foto para regresar a ese verano noventero cuando obtuvo, con la camiseta de Newell’s Old Boys -la misma que usó en noviembre del 2020 para homenajear a Diego Armando Maradona-, el título de la Copa de la Amistad. Vestido con una polera blanca, con el rostro estampado de un joven Mick Jagger, el rockero Messi ha aceptado recordar los detalles de su primer gran concierto.
Llueve en Barcelona y por eso Messi baja con cuidado de su Audi blanco que ha estacionado al frente del ingreso del terminal corporativo del aeropuerto, donde se programan los vuelos privados. No hay mucho tiempo para hablar con él y Rodrigo Messi, su hermano mayor, nos comenta que unos meses antes Lionel solo le había dado quince minutos a la revista “Time” de Estados Unidos. “Y eso que se demoró cinco en tomarse las fotos de la portada”, comenta Rodrigo con algo de ironía.
Hemos llegado hasta la Ciudad Condal porque Leo quería promocionar un partido amistoso en Lima donde iba a estar junto a Neymar, Mascherano, Julio César, Marco Materazzi, entre otros. Antes de grabarle un video donde invite al público a asistir al encuentro denominado “Messi y sus amigos”, ganamos una dosis extra de atención con esa foto de, lo que según confirman registros oficiales, podría ser llamado su primer título internacional como futbolista.
“Estaba muy chiquito cuando pasó todo esto. No sabía que aún existían algunas fotos o videos de este momento, están muy buenos. Detalles de cómo se dieron esos partidos no tengo muchos, solo que metíamos muchos goles y al equipo le llamaban la ‘Máquina’. Recuerdo un poco que tomamos el avión y fuimos a Lima. Pero más... no”, dice Messi sin soltar un solo minuto ese retrato ampliado e impreso en una hoja de papel periódico.
Después de haber pasado por el club Grandoli de Rosario, donde casi siempre jugó con niños más grandes que él, Lionel Messi llegó con siete años a Ñuls. Con ese equipo de la categoría 1987, Leo obtuvo todos los campeonatos regionales y nacionales que disputaron.
Es cierto, le decían la ‘Máquina’ por los marcadores de escándalo que alcanzaban en sus partidos. Hace dos décadas, les llegó la invitación para viajar a Lima y participar de la Copa de la Amistad, torneo infantil organizado por la Academia Deportiva Cantolao desde 1983. De esa exhibición del primer Messi solo han quedado archivados seis videos de menos de cinco minutos, cuatro fotos de baja resolución y una pequeña camiseta rojinegra que Leo regaló a la familia limeña que lo hospedó.
-Kevin y sus años maravillosos-
Kevin Méndez, el otro niño que aparece en la foto, dejó el fútbol cuando era adolescente y hoy tiene 34 años. Vive en el corazón del distrito limeño de Pueblo Libre, a unas diez cuadras de esa casa que recibió a Lionel Messi. “Mi papá le preguntó a los organizadores del torneo por el jugador más talentoso que venía, le hablaron de Leo y pedimos hospedarlo. Estuvo casi una semana”, dice Kevin.
Ya en la noche de mayo del 2013, antes de partir a Qatar, Messi tendrá una emergencia gastronómica que lo ratifica en su condición de argentino. Amante de las carnes, Lionel se alarmó cuando le dijeron que en el jet privado no había milanesas. A pesar de haberse embarcado, pidió salir del avión y se subió al Audi blanco en busca de unas hamburguesas en el fast food más cercano al aeropuerto. Doce meses más tarde de ese apuro, Lionel tuvo que ceder un poco en ese hábito culinario al ponerse a estricta dieta después de haber perdido la final de la Copa del Mundo en Brasil. Hace veinte años, esa debilidad por la cocina de su país casi lo deja sin una vuelta olímpica.
“Lionel solo pedía milanesas cuando estaba en casa. No quería comer nada más. Pero cuando se acercaba la fecha de las finales, lo invitamos a que pruebe nuestro pollo a la brasa. Creo que le gustó, aunque lo malo fue que se intoxicó la noche previa a las semifinales”, cuenta Kevin.
Fue el único momento incómodo en esa primera visita al Perú de Lionel Messi. Durante esa semana, su rutina entre Lima y el Callao solo había captado instantes felices de un niño que lo único que quería es que nadie lo alejara del balón. Por aquellas tardes de la Copa de la Amistad, los padres de Kevin Méndez le encargaban comprar el pan para el lonche familiar. El huésped Lionel lo acompañaba, y en esa distancia de cinco cuadras hacia la panadería, Messi no dejaba de hacer ‘pataditas’ en una coreografía callejera solo antes vista en un anime japonés llamado “Supercampeones”. Los vecinos de la familia Méndez le decían Oliver, el protagonista de ese dibujo que estaba de moda por esos años en la televisión de señal abierta.
Han pasado ocho años de ese primer encuentro de El Comercio con Lionel Messi. El flamente siete veces ganador del Balón de Oro esa noche estuvo acompañado por un equipo de seguridad de seis personas, su hermano Rodrigo y Adrián Barbini, un asesor de márketing que gestionó la entrevista y que también controlaba los tiempos con un cronómetro mental implacable.
Con la mano derecha Leo sostiene su equipaje y con la izquierda lleva la foto antes de esa semifinal de la Copa de la Amistad frente al equipo de Kevin Méndez. El entrenador de aquel Ñuls le preguntó al niño Messi si podía jugar a pesar de la intoxicación, y Leo solo pidió un rehidratante antes de salir a la cancha y anotar siete goles.
La semifinal ante Cantolao categoría 89 acabó 10-0 a favor del equipo rosarino. Decía Pep Guardiola que a Messi no se le debe reemplazar nunca en el campo, sin embargo, en aquel encuentro él mismo pidió descanso para recuperarse y llegar sano a la final contra Cantolao categoría 87. Ganó Newell’s por 7-1 con ‘hat trick’ de ‘La Pulga’.
“Me trataron muy bien en el Perú. Tengo escenas algo borrosas y eso de que me enfermé también es de lo poco que aún me queda. Pero después de ese campeonato hubo varias giras con Ñuls y hubo otras familias en los distintos países que hospedaban a los jugadores. Me acostumbré rápido, aunque extrañaba un poco a la familia, a la abuela sobre todo”, dice Messi antes de emprender vuelo. La casa de la familia Messi Cuccittini no tenía teléfono fijo, y el pequeño Lionel cuando pedía hacer sus llamadas desde cualquier lugar del mundo tenía que marcar el número de sus vecinos.
La sede deportiva de la Academia Cantolao en el Callao desapareció en el 2000. La cancha donde Messi marcó más de diez goles hoy es un enorme almacén cerca al aeropuerto internacional Jorge Chávez que guarda contenedores y mercadería de las embarcaciones que llegan al primer puerto. Es un recinto que todos los que llegan en un avión a Lima pueden ver antes del aterrizaje. Eso mismo fue lo que Lionel Messi hizo hace veinte años: lustró sus chimpunes, cogió una pelota y descendió desde los cielos.
El comic con el primer título internacional ganado por Lionel Messi en el Perú
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