El secreto tanto tiempo guardado bajo siete llaves, aquello que se ocultó en las asambleas de socios, en ruedas de prensa, en entrevistas radiales y televisadas, en cuchicheos del círculo íntimo de la depredación; aquel enigma del que eran depositarios únicamente dos personajes que copaban el poder, al fin vio la luz. La auditoría de las cuentas de Barcelona Sporting Club ha sido revelada gracias a la voluntad de algunos personajes relevantes en la historia de la institución, encabezados por el presidente vitalicio Jaime Nebot Saadi.
- Revise toda la auditoría a Barcelona SC, que revela una deuda colosal
El informe que desnuda las cifras del pasivo barcelonés bien puede ser incluido entre las veinte mejores películas de terror de lo que va del siglo XXI. Dudo que cintas espeluznantes como Posesión infernal, El exorcista, Arrástrame al infierno o El espinazo del diablo puedan producir tanto pavor como el Informe para la aplicación de procedimientos convenidos, que así se llama la auditoría elaborada por la compañía PKF a las cuentas de Barcelona, cortadas al 30 de septiembre de 2019; es decir, poco días antes que José Francisco Cevallos entregara la presidencia a Carlos Alfaro Moreno.
La auditoría revela que la contabilidad del club era falsa.
De acuerdo con el examen de las cuentas el pasivo no era de $30 millones como dijo Cevallos en el 2018. Tampoco de $29,5 millones como aseguró en el 2019; ni siquiera los $22 millones (“con un valor adicional que se podría dar, por nuevas deudas, de $15 millones”) que citó en el 2016 el entonces todopoderoso vicepresidente financiero, Juan Alfredo Cuentas, que en el 2018 declaró que era de $41 millones). PKF ha establecido que el pasivo de Barcelona suma $51 624 789. Entre la hinchada del ídolo ha corrido un escalofrío espantoso. Recién se han puesto a pensar los seguidores toreros que lo que decíamos algunos periodistas críticos era cierto: la administración del club era un desastre basado en el derroche impune, la mentira y la incapacidad para manejar una entidad tan importante.
Muy temprano, el 10 de abril del 2016, dije en mi columna lo siguiente: “Barcelona tendrá que hilar muy fino para afrontar la catástrofe económica por la que atraviesa. Según la actual directiva, la deuda del equipo más popular del país podría llegar a los $37 millones, suma que nos parece imposible de cubrir dadas las condiciones actuales de nuestro balompié. ¿Cómo se arribó a esta astronómica deuda si Barcelona genera importantes ingresos por concepto de taquillas, publicidad, auspicios comerciales, derechos de TV, etcétera? La primera de las razones reside en el desgobierno institucional desde hace ya muchos años, y luego los presupuestos irreales, el ningún control por parte de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) sobre las finanzas de los clubes, el derroche en contrataciones de jugadores nacionales y extranjeros –cuyo rendimiento hace dudar si en realidad jugaron fútbol alguna vez–, la complicidad de algunos dirigentes que obviaron auditar las cuentas de sus antecesores para establecer responsabilidades, el ocultamiento de los presupuestos anuales y la connivencia de socios que aprueban movimientos financieros millonarios presentados en una hoja sin siquiera leerlos”.
La deuda con el SRI podría constituir un fraude tributario.
La auditoría ha revelado, entre otras cosas, que la contabilidad del club era falsa. Los libros señalaban al 30 de septiembre del 2019 que el pasivo era $31 140 539, pero la realidad ha establecido que era $20 millones más de lo asentado en los estados financieros.
Los rubros que constan en las 75 páginas del informe provocan vergüenza moral. Se pagaban –y aún se lo hace– sueldos europeos a futbolistas mediocres. Solo Damián Díaz, a quien nadie conoce en Argentina, cobraba $74 754 mensuales, hasta septiembre 30 del 2019. En el 2017 era el quinto jugador mejor pagado de Sudamérica, casi al mismo nivel de Fernando Gago, excrack de Boca Juniors, Real Madrid y la selección argentina, según el diario chileno El Mercurio.
- Desde $74 ooo ganaban jugadores de Barcelona SC, según auditoría
Era tal el desprecio por las finanzas de Barcelona que se pagaron $2,5 millones por los ‘derechos de imagen’ de Michael Arroyo, un jugador de pésima imagen. ¿Con qué empresa o industria iba a negociar Barcelona la figura de Arroyo para publicitar algún producto y recuperar lo invertido?
La contratación de futbolistas nacionales y extranjeros y los sueldos acordados confirman una enorme irresponsabilidad. Solo Ariel Nahuelpán, con 10 goles en 40 partidos, le ha costado a Barcelona más de $2 millones (en el 2018 le pidió a la FEF que suspendiera al club, pese a militar ahí). La deuda con los jugadores, según la contabilidad trucha, era de $5 933 681, pero la auditoría de PKF demostró que esa estimación era falsa. Le deben a los jugadores y cuerpo técnico $9166 149. Cifras exorbitantes se adeudan al IESS y al SRI. En el primer caso, descontar los aportes de los futbolistas y no pagar configura el delito de estafa. En el segundo caso, las deudas al SRI (principal acreedor entre las entidades públicas), en las condiciones que menciona la auditoría, constituye fraude tributario.
¿Quién responde por el desastre administrativo y financiero de Barcelona? Las deudas corresponden a varias administraciones, pero la de Cevallos y Cuentas ha sido, sin duda alguna, la más desastrosa. La actual directiva ha dicho que “irá hasta las últimas consecuencias, caiga quien caiga”. Esta frase, por las viejas experiencias vividas, es pura demagogia. Cuando alguien las pronuncia, lo que se puede asegurar es que no pasará nada.
¿Hasta dónde llega nuestra legislación en cuanto a administración fraudulenta de una entidad sin fines de lucro, con finalidad social y pública? Lo pregunto porque temo que llevar a Barcelona a una quiebra virtual termine en la impunidad. Voy a explorar los criterios de juristas de gran experiencia y talla intelectual como Jacinto Velázquez Herrera, Antonio Pazmiño Ycaza y Edmundo René Bodero para que nos ilustren sobre las responsabilidades civiles y penales de propiciar la quiebra de un club, derrochar sus recursos, y falsear los libros contables pudiera tener su condigno castigo en un país en que la impunidad es como un símbolo. (O)