La actualidad sanitaria coloca al equipo francés en una situación comprometida contra un rival que le superó de forma clara hace tres semanas, y que encadena cinco triunfos consecutivos.
Si el anuncio de que el partido (que arrancará a las 17.00) se disputará con las gradas desiertas ya supuso un duro golpe a su moral, esta sufrió de nuevo cuando se supo que Mbappé, una de sus estrellas más brillantes, puede perderse el duelo.
El atacante, autor de 30 goles esta temporada, faltó al entrenamiento del lunes, y tampoco estuvo en el este martes. El club, que ha restringido a la prensa con derechos el acceso a todos los actos, por precaución debida al coronavirus, ha indicado que no ha sufrido ninguna mejora en las últimas horas de las molestias que sufre en la garganta, por lo que su participación está comprometida.
Un contratiempo suplementario para un equipo que busca evitar una cuarta eliminación consecutiva en octavos de final de la única competición que le supone un reto, puesto que en las otras se pasea.
Las estructuras del PSG comienzan a tambalearse, porque la gesta ante el Dortmund también se desarrollará sin el italiano Marco Verratti, sancionado, y con el brasileño Neymar sin el ritmo de crucero que demostró a principios de año.
Si se confirma la baja de Mbappé, el técnico alemán Thomas Tuchel puede optar para medirse a su antiguo equipo por el argentino Mauro Icardi o por el español Pablo Sarabia, puesto que el uruguayo Edinson Cavani parece tener asegurado el puesto en el once.
La única buena noticia para el PSG es que el defensa brasileño Thiago Silva se ha recuperado antes de lo previsto de sus molestias musculares y podrá capitanear al equipo.
En cualquier caso, la preparación del partido no ha sido ideal. El equipo no jugó el pasado fin de semana porque su duelo contra el Estrasburgo fue también suspendido por el coronavirus y el ambiente es de máxima preocupación.
La continuidad de Tuchel en el banquillo se vería comprometida si no supera esta fase y, a dos años del Mundial de Catar, nadie se atreve a augurar cual sería la reacción de Doha, que ha multiplicado los esfuerzos financieros sin obtener en Europa resultados satisfactorios.
El ambiente es totalmente diferente en el Borussia. El entrenador Lucien Favre parece haber encontrado la fórmula para compensar la baja de Marco Reus -quien volverá a estar ausente mañana por problemas musculares- y, también, para estabilizar la parte defensiva donde antes el equipo había tenido algunos problemas.
Favre viene apostando por una defensa de tres centrales, Lukaszcz Piszczek, Mats Hummels y Dan-Axel Zagadou, y con dos laterales adelantados que suelen ser Acraf Hakimi y Raphael Guerreiro y que tienden a jugar como interiores.
El doble pivote lo forman Axel Witsel y Emre Can que por una parte ayudan a la salida del equipo con balón controlado y por otro lado hacen un aporte importante en la recuperación de pelota.
Ante el partido del miércoles, en la parte ofensiva, Favre está ante la disyuntiva de escoger entre Thorgan Hazard y Julian Brandt para acompañar a Jadon Sancho y Erling Haaland.
Hazard jugó un gran partido en la victoria a domicilio ante el Borussia Mönchengladbach (1-2), con una gran gol incluido, lo que habla a favor del jugador belga que había dado el salto a la formación titular debido a que Favre optó por reservar a Jadon Sancho, que solo entró en la segunda parte.
Sin embargo, también es cierto que el aporte de Brandt ha sido muy importante a lo largo de la temporada.
Favre, antes de viajar a París, recordó que el ya había tenido la experiencia de un partido sin espectadores en sus tiempos del Servette.
"Con Servette tuve que jugar una vez un partido sin espectadores contra el Sion, es raro", dijo Favre.
No obstante, el entrenador suizo dijo que su equipo estará consciente de la dimensión del partido en el que tiene en su mano lograr el pase a cuartos de final si hace bueno el 2-1 de la ida.
"Tenemos que jugar inteligentemente, hacer un gran partido también en la parte defensiva y tener paciencia", dijo.