El Real Madrid dio hoy un paso de gigante hacia la final de la Liga de Campeones de futbol al tumbar al Bayern Múnich por 2-1 en el Allianz Arena en la ida de las semifinales.
Marcelo (44') y Marco Asensio (57') dieron la vuelta al tanto inicial de Joshua Kimmich (28') para que el Real Madrid celebrara su tercera victoria consecutiva en el estadio del Bayern, un escenario que históricamente era un infierno para el equipo blanco. En los últimos años se convirtió casi en un paraíso.
Fue un 2-1, pero el Real Madrid pudo haberse llevado una renta todavía mayor para el partido de vuelta, que se jugará el martes en el Santiago Bernabéu. Si certifica el pase la próxima semana, el equipo de Zinedine Zidane quedará a 90 minutos de levantar su tercera Champions consecutiva.
La final se jugará el 26 de mayo en el Estadio Olímpico de Kiev, donde ya tiene un pie y medio el Liverpool tras ganar el martes 5-2 a la Roma en la ida de su semifinal.
El Real Madrid acumuló hasta 2012 nueve derrotas y dos empates en sus visitas al Bayern. Era como ir a ver al dentista. Desde entonces, tres partidos en la capital bávara y tres triunfos del Real Madrid: el de hoy, un 4-0 en 2014 y otro un 2-1 en 2017.
Cristiano Ronaldo había sido vital con sendos dobletes en las dos últimas victorias. Hoy se quedó sin ver puerta, pero lo que podría verse como algo negativo en realidad es una buena noticia para el Real Madrid: hay vida más allá de los goles del portugués.
Zidane sorprendió dejando a Karim Benzema en el banquillo y colocando en el tapete a Lucas Vázquez, que acompañó a Cristiano Ronaldo y a Isco, con Modric y Kroos en la sala de máquinas. Había mucha pólvora en su banquillo, donde estaban Gareth Bale, Asensio y el propio Benzema.
El entrenador del Bayern, Jupp Heynckes, no se reservó nada en su intento de acercarse al "triplete": Lewandowski, Müller, Robben, Ribery y James salieron de inicio en el ataque.
La eliminatoria arrancó con ambos equipos tanteándose, sin tomar riesgo alguno. Hay mucho respeto entre estos dos gigantes del futbol y se notó en los primeros minutos. Tampoco ayudó el ritmo del partido, trabado con faltas e interrupciones constantes. Una de ellas acabó con Arjen Robben dejando el césped lesionado en el minuto 8. El lugar del holandés lo ocupó Thiago.
La entrada del español dio aire al partido y liberó a James Rodríguez, que empezó a aparecer en zonas de peligro con su zurda preparada para romper líneas. De esa bota izquierda salió el primer gol.
El colombiano, que dejó el Real Madrid el año pasado ante la falta de minutos, aprovechó que Marcelo se despistó en una contra y lanzó un pase magistral para Kimmich. El lateral alemán enfiló el área y batió a un Keylor Navas que pudo hacer más para evitar el gol.
Ni el jarro de agua fría de una nueva lesión -Boateng se rompió en el 34' y entró Süle- apaciguó el volcán en que se convirtió el Allianz Arena tras el gol inicial. Ribery, Hummels y Müller desperdiciaron varias ocasiones de peligro. Y perdonar al Real Madrid nunca es un buen negocio.
Cuando el equipo blanco parecía grogui y suspiraba por el descanso, Marcelo (44') enganchó de volea un balón suelto en el borde del área y envió el balón a las redes. Se resarció el brasileño de su error en el primer gol del Bayern. Navas se redimiría después.
El tanto de Marcelo fue un balón de oxígeno para el Real Madrid, un golpe psicológico al Bayern, quizás una losa demasiado pesada para los méritos de uno y otro antes del descanso.
Zidane era consciente de que algo no estaba funcionando y dio entrada a Asensio en el descanso. El sacrificado fue Isco, desconectado en la primera parte. El cambio no tardó en dar sus frutos: Rafinha perdió un balón en el centro del campo y Lucas Vázquez y Asensio montaron una contra de manual. Con el temple de un veterano curtido en mil batallas, Asensio, de 22 años, ni pestañeó delante de Sven Ulreich y puso el 2-1. Dos goles en Múnich: el Real Madrid ya había conseguido un buen botín para la vuelta.
Navas, que falló en el último partido ante la Juventus y en el primer gol del Bayern, apareció con dos buenas atajadas, una de ellas a un Ribery sobreexcitado. El francés tiene 35 años, pero mantiene una velocidad endiablada con el balón en los pies.
Benzema entró en el 67' y dio movilidad al Real Madrid, que pudo dejar la eliminatoria vista para sentencia. El francés falló un mano a mano y Cristiano Ronaldo vio cómo le anulaban un gol por una mano previa.
Lewandowski tuvo una ocasión muy clara justo antes del minuto 90, pero no pudo evitar que el Real Madrid diera otro golpe sobre el tablero del futbol europeo.