«Hemos estudiado al Athletic. Sabemos que es un equipo que juega un buen fútbol. Es un equipo fuerte físicamente y luego peligroso en ataque con futbolistas como Williams y Aduriz. Nuestro juego lo haremos en base a lo que propone el Athletic y haremos todo lo posible para vencer en nuestro campo». En la previa del choque, el técnico del Spartak de Moscú, Massimo Carrera, realizaba este llamativo análisis del Athletic Club, un equipo que, esta temporada, ni está jugando un buen fútbol ni se está mostrando especialmente vigoroso.
Eso sí, el preparador italiano al menos acertó en algo, en el peligro que puede generar casi por si solo el donostiarra Aritz Aduriz. De hecho, a los 21 minutos de juego, en la única acción mínimamente coherente de los vascos, el punta aprovechó un sensacional pase de Raúl García para regatear a Rebrov y poner el 0-1 en el marcador. Por si fuera poco, en el 39, el propio delantero cazó un rebote tras falta lanzada por Markel Susaeta y convirtió el 0-2 ante la absoluta pasividad de la zaga moscovita.
Lo que ocurrió antes, entre y después de esos tantos, fue, eso sí, un poco más de lo mismo que los aficionados llevan viendo durante todo el curso. Ese juego que no es juego ni es nada. Esa sensación de que los once jugadores que dispone sobre el campo José Ángel Ziganda hacen buenamente lo que pueden, sin un patrón definido. Si los vizcaínos cerraron el primer acto con una increíble ventaja en el marcador fue, además de por Aduriz, porque Yeray y Xabi Etxeita firmaron unos primeros 45’ soberbios, porque Mikel Rico aprovechó el enésimo error de la defensa rival para poner el 0-3 y porque Denis Glushakov, de largo el mejor de los suyos, no acabó de centrar el punto de mira.
Aunque se esperaba una reacción del Spartak, Carrera no debió chillarles mucho a los suyos en la caseta, porque de los rusos apenas hubo noticias hasta bien entrado el segundo periodo, justo en ese momento en el que comenzaron a entrar meritorios y los visitantes empezaron a recular. Fruto de este cambio de guión, Luiz Adriano subió el 1-3 al marcador y pareció dar algo de vida a un choque que parecía casi sentenciado.
Sin embargo, lejos de subirse a la ola para soñar con una remontada, el combinado moscovita siguió ofreciendo una versión más bien tímida que apenas inquietó al Athletic. De hecho, fueron los bilbaínos quienes pudieron redondear el marcador en tiempo de prolongación, pero Sabin Merino, un futbolista que parece incapaz de aprovechar las ocasiones que le ofrece Ziganda, envió el balón fuera con todo a favor. Pese a este último fallo, el 1-3 definitivo deja al combinado vasco a un paso de octavos y hace buena esa idea de que a falta de juego, buenos son los goles.
La Real Sociedad vuelve a ser víctima de su irregularidad y cosecha un peligroso empate
Vive la Real Sociedad inmersa en una especie de montaña rusa interminable y seguramente insoportable para sus seguidores. Los donostiarras tan pronto parecen un equipo solvente y competitivo como una escuadra más bien blanda que se descompone casi con solo mirarla. Ante el Salzburgo, se vio más la segunda que la primera versión y por eso a nadie le puede extrañar que, al término de los primeros 45 minutos, Anoeta le dedicase a los suyos una buena ración de pitos.
Eso sí, en descargo de la tropa guipuzcoano sería justo decir que no faltó esfuerzo y actitud y que si se alcanzó el descanso con 0-1 fue más por mala fortuna que por otra cosa. Y es que, el gol del combinado austriaco llegó casi en su única aproximación, tras un saque de esquina que se tragó Gero Rulli y en el que Mikel Oyarzabal, sin querer, acabó enviando el balón al fondo de la red.
Le costó reaccionar a la Real tras el descanso. De hecho, tuvo que avisar Munas Dabbur con subir el segundo tanto al marcador para que los de casa apretaran en busca del empate. Éste llegó tras un soberbia jugada de Álvaro Odriozola que, tras recibir cerca de la frontal y tirar un caño a su par, se sacó un potente disparo ante el que nada pudo hacer Walke.
El empate devolvió la confianza a los vascos y dio paso a unos buenos minutos en los que el belga Adnan Januzaj recuperó su mejor versión y se convirtió en una autentica tortura para la zaga centroeuropea. De hecho, fue el vertical extremo quien con un sensacional lanzamiento de falta puso por delante a los suyos a apenas 10 del final. Pero como esta Real es así, cuando el choque ya agonizaba, un nuevo despiste de la zaga permitió a Lainer alcanzar la línea de fondo y servir un balón que Minamimo acabó convirtiendo en un empate que complica el acceso de los donostiarras a octavos y, lo que es peor, acrecienta las dudas sobre un equipo incapaz de mantener cualquier atisbo de regularidad.
Diecieseisavos de final (Ida):
Estrella Roja 0-0 CSKA Moscú
Astana 1-3 Sporting Portugal
Olympique de Marsella 3-0 Sporting de Braga
Östersund 0-3 Arsenal
Ludogorets 0-3 AC Milan
Real Sociedad 2-2 Salzburgo
Spartak Moscú 1-3 Athletic Club
Niza 2-3 Lokomotiv Moscú
Borussia Dortmund 3-2 Atalanta