Año 2001. Gianluigi Buffon era el portero más cotizado en el fútbol mundial y Parma, otro grandísimo equipo en ese entonces en Europa, ya no podía hacer más por retenerlo. Zidane se convertía en el jugador más caro de la historia del fútbol (76 millones de euros) y la Juventus debía decidir cómo rearmar su plantilla tras la venta del jugador francés. Desde la directiva en Turín se propusieron reemplazarlo con Paved Nedved y fichar asimismo a Lilian Thuram y Buffon, quienes curiosamente también eran objetivos del Barcelona.
Anton Parera, el entonces director deportivo del club catalán, era el encargado de realizar ese fichaje para el Barcelona. El mismo llegó a reunirse con Buffon en una cumbre en Parma, a lo que el golero italiano le entregó una postal para el entonces presidente Joan Gaspart. La dedicatoria decía: “Con todo mi cariño hacia el presidente Joan Gaspart”. No puso lo que dijo a los presentes en la reunión: “Esto es todo lo que se llevarán ustedes de mi a Barcelona”.
Anton Parera prosiguió su viaje y se desplazó a Florencia, dónde trató de fichar a otro portero de categoría como lo era el también italiano Francesco Toldo, en aquellos días meta titular de la Fiorentina. Cosas del destino y el fútbol, tampoco llegó al Camp Nou porque el Barcelona rescindió el precontrato del guardameta para gastarse una fortuna en hacerse con los servicios de Javier Saviola. Un delantero que no fue tan letal como en sus primeras temporadas.
El Barza, que entrenaba Carles Rexach, acabó firmando a Roberto Bonano, procedente de River Plate. En aquella plantilla estaban dos jóvenes cancerberos, Pepe Reina y Víctor Valdés (no llegaban a los 20 años). Barcelona no terminó teniendo un portero de garantía hasta la llegada de Víctor Valdés, precisamente un jugador formado en ‘La Masía’.
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