La mayor competición deportiva en el mundo son los Juegos Olímpicos, donde participan atletas de más de 200 países, por lo que este evento significa un gran escaparate global para la nación anfitriona, ya que genera un gran impacto socioeconómico, beneficia la imagen de la ciudad sede y aumenta el turismo, así como el comercio, entre otras cosas. Sin embargo, no siempre es así.
La nación anfitriona debe invertir en remodelar o construir la infraestructura adecuada para el desarrollo eficiente de cada disciplina. De no contar con los recursos necesarios, el certamen no sería rentable y conllevaría a una crisis financiera, tal fue el caso de Grecia y Brasil, tras Río 2016, comienza a padecer los estragos Olímpicos.
En la actualidad, las únicas naciones con el capital para albergar unos Juegos son los miembros del llamado 'Grupo de los Ocho'.
El G8 es la congregación de países industrializados, cuyo peso político, económico y militar son importantes a nivel global. Canadá, Estados Unidos, Italia, Francia, Alemania, Japón, Reino Unido y Rusia (sede del Mundial FIFA 2018).
Las futuras sedes de los Juegos Olímpicos forman parte del famoso 'Grupo de los ocho', gracias a que su estabilidad financiera les permite destinar recursos sin poner en riesgo la economía del país.
Ejemplo de esto es que Tokio hospedará los Juegos de 2020; en tanto París y Los Ángeles fueron designados como sedes para las ediciones de 2024 y 2028, respectivamente.
Fuera de estas potencias mundiales, muy pocas son las naciones capaces de sostener una competencia tan grande, prueba de ello son las consecuencias negativas que tuvieron Grecia (2004) y Brasil (2016).
El país helénico se encuentra sumergido en una crisis financiera; además, tiene una deuda de tal grado que pone en riesgo la solidez de la Unión Europea.
En el caso del país sudamericano, tiene un endeudamiento generado por la poca rentabilidad de los Juegos; incluso, tuvieron que pedir el apoyo del Comité Olímpico Internacional para el rescate gubernamental, mismo que fue negado.