Barcelona ha tenido un problema serio con los deportistas brasileños. No es ningún secreto que siempre han sido debilidad en las oficinas. Muchos de ellos brillaron de tal forma que se ganaron el aprecio y respeto de los aficionados.
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Un claro ejemplo es Ronaldinho, quien llegó en la temporada 2003-2004 para exhibir un talento nunca antes visto. El fútbol estaba en sus pies. Siempre regalaba alguna jugada mágica o un gol de antología. Su presencia en el Camp Nou fue un verdadero sueño.
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Aunque existieron otros compatriotas suyos que no marcaron diferencias en el Barcelona y terminaron yéndose por la puerta de atrás. Ellos llegaron en la última parte de la década con un cartel gigante, el cual terminó cayendo sobre sus espaldas.
El único que se salvó de ese grupo fue Neymar. Pero su marcha hacia el PSG lo ha convertido en una persona no grata en Catalunya. Todos los aficionados del Barcelona lo aborrecen. No pueden ver una foto suya y esperan que su estadía en París no sea muy placentera.
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