Es verdad que hubiese resultado poco creíble un discurso componedor, cargado de propuestas, señales de aprendizaje y alguna que otra autocrítica. Olvidada hace tiempo la sensatez, Diego Maradona siempre aparece para agitar la irritabilidad alrededor del seleccionado argentino. Acaba de renovar el enemigo: Jorge Sampaoli cayó en desgracia. "A mí Sampaoli me falseó, me llamó cuando estábamos en la Copa Davis de Croacia y me dijo que me iba a hacer un homenaje en Sevilla. Que me quería conocer, que quería hablar de fútbol, pero cuando llegó a la selección no me llamó nunca más. Y después me entero que lleva a ocho entrenadores. Para llevar ocho entrenadores que se quede en la casa. ¿Para qué está? Estoy enojado con el 'Corcho'. Se llevó un equipo de fútbol sala a entrenar a la selección. ¡Qué quieren inventar con las computadoras.! Sampa, en el fútbol está todo inventado", disparó. Vaya recibimiento que tenía guardado para el DT el histórico emblema de la selección.
Reacio al debate desde los conceptos futbolísticos y cómodo en el cotillón del destrato, mencionó a 33 personas en una extensa entrevista por TyC Sports. Desde Grondona y sus hijos, Verón, Messi, Cristiano Ronaldo, Infantino y Claudio Tapia, hasta Tevez, Agüero, Icardi, Vladímir Putin y Donald Trump. En casi todos los casos descargó una batería de objeciones, críticas o conjeturas. Un cóctel de desprestigio abrasivo. Mencionó a tantos, habló de muchos, pero como siempre no se detuvo en él. Ninguna mirada interior ni llamados a la discreción. Mucho menos arrepentimientos. Si ni siete años han sido suficientes para reflexionar y ofrecer al menos una pizca de autocrítica por la bofetada que Alemania le pegó a su selección en Sudáfrica 2010. Insiste con el resbalón de Otamendi que propició la apertura del marcador, obviando más de 80 minutos por delante.
Sin afán constructivo ni espíritu de superación, aprovechó la ocasión para zarandear a varios. Maradona tomó la palabra en el programa Estudio Fútbol y apuntó en todas las direcciones., menos la propia, claro. Eligió los exabruptos y las chicanas. Crucificó a Dani Alves, minimizó a Riquelme, condenó al Patrón Bermúdez, sospechó de Angelici, retó a Macri, incitó a Barros Schelotto. En definitiva, como casi siempre, volvió a echarse paladas de tierra encima. Extraviada la siempre aconsejable reflexión, Maradona sacudió al nuevo entrenador de la Argentina. "Sampaoli no sabe más que Bauza. Iba a Barcelona y se comía de a cinco. Si a Sampaoli le tirás la pelota te la devuelve con la mano. En vez de juntarse con Macri, que se junte con Menotti. La gente compra la carne y se acuerda de Macri y Sampaoli", atacó.
Especialista en convulsiones, también se quejó del contrato por cinco años que la AFA le firmó a Sampaoli. Tras proyectar un horizonte sombrío, se preguntó: "¿Si quedamos afuera del Mundial lo seguiremos bancando? Ahí pregúntenle a los hinchas si quieren que nos dirija en la próxima eliminatoria. A Chiqui Tapia le diría que están haciendo las cosas mal. Hoy firmo el repechaje porque nos tocaría Nueva Zelanda, que son dos partidos. Todos dirían que tiramos la camiseta y ganamos, y ya no es así". Y sembró desconfianza.
El amor por la selección argentina, genuinamente forjado en sus comprometidos días como colosal futbolista, debería invitarlo a la prudencia. Un emblema eterno y edificante..., pero no sería Maradona. "Chiqui Tapia, Angelici, Russo y Blanco me vendieron otra historia cuando comieron en casa. Me sorprende que sean tan ingenuos y le den cabida a este tipo. Si es por los penales con los que nos ganaron en Chile, no existe". Maradona, el mito imperfecto, recuperó la escena con sus histerias y veleidades. Fiel a sí mismo. Desproporcionado, altanero, contradictorio , pendenciero. "La selección es mi vida", ha reiterado durante las últimas décadas. Ya es hora que la deje en paz.