Debutaron en la misma fecha, pero tomaron caminos diferentes: el DT de Brasil renovó el equipo y ya está en Rusia; el Patón quiso cambiar el juego sin tocar la base y sufre.
El 15 de junio de 2016, apenas tres días después de la derrota 1-0 contra Perú que marcó la vergonzante salida de Brasil en la primera ronda de la Copa América Centenario, la CBF decidió por unanimidad la contratación de Tite como nuevo entrenador de la Verdeamarela, en reemplazo de un Dunga que había sido despedido 24 horas antes, apenas aterrizado en suelo local tras el fracaso en Estados Unidos. No hubo deliberación alguna que tomar: el hasta ese momento entrenador de Corinthians era el candidato de todos desde hacía años y si su llegada al banco del Scratch no se había producido antes era solamente por sus diferencias con algunos dirigentes, que debieron dejar la vanidad de lado e ir a buscarlo para intentar refundar un equipo que marchaba sexto en las Eliminatorias Sudamericanas y, por ese entonces, parecía en serio riesgo de quedarse afuera de Rusia 2018.
Mientras Tite comenzaba, con dos meses y medio de anticipación, con la preparación para su debut contra Ecuador como visitante, en el banco de Argentina Gerardo Martino se alistaba para el partido de cuartos de final de la Copa, frente a Venezuela. Tras la derrota en los penales en la final con Chile, el Tata no tenía tiempo para pensar todavía en el siguiente duelo de Eliminatorias: su cabeza estaba en el armado de la lista de convocados para los Juegos Olímpicos. Fue la poca voluntad de los clubes para cederle jugadores para Río, sumada a los nueve meses de salarios que le adeudaba una AFA acéfala y a la deriva, el combo que lo llevó a renunciar a pesar de haber llegado a dos finales continentales en dos años y a tener al equipo en el tercer puesto del camino al Mundial.
La salida de Martino dejó completamente desorientado al flamante Comité Regularizador de la AFA, que tras la negativa de los dos candidatos naturales para el puesto (Diego Simeone y Jorge Sampaoli) no tuvo mejor idea que armar un casting de entrenadores: luego de reunirse con media docena de técnicos, entre los que se incluyó a Ricardo Caruso Lombardi por la presión ejercida desde un sector de los medios (que se dicen) de prensa, Edgardo Bauza resultó como ganador de ese reality show, más por descarte que por convencimiento genuino de la dirigencia. El Patón fue designado el 1 de agosto, a un mes exacto de tener que estrenarse en Mendoza contra Uruguay. Su primera tarea fue viajar hacia Barcelona para intentar convencer a Lionel Messi para que volviera al equipo, luego de que hubiera anunciado su renuncia tras la caída contra Chile en Estados Unidos.
El 1 de septiembre, Tite y Bauza tuvieron su estreno oficial al frente de las dos selecciones más importantes de Sudamérica. Con un plantel completamente renovado (de los 23 convocados, 10 no habían estado en la Copa América un par de meses antes) y una vuelta a las bases del jogo bonito que Mano Menezes y Dunga habían pisoteado, la Verdeamarela ganó 3-0 en Quito con mucha autoridad. Cinco días después, en el primer partido del DT en casa, el triunfo fue 2-1 sobre Colombia, para cerrar la doble fecha segundo, nuevamente en zona de clasificación mundialista. El Patón, en tanto, sostuvo la base del plantel que venía jugando -jugadores más, jugadores menos- desde el Mundial 2014 (de sus 27 convocados, 19 habían estado entre los 23 subcampeones en Estados Unidos), pero intentó comenzar a imprimirle un estilo propio: sin jugar nada bien y con mucho sufrimiento, la Albiceleste derrotó 1-0 a la Celeste y quedó primera en las Eliminatorias. En el segundo encuentro, sin Messi -lesionado-, el equipo rescató un empate 2-2 en la casa del último, Venezuela, tras ir 2-0 abajo en el marcador y volvió a caer al tercer lugar.
Si aquel estreno ya había marcado diferencias sustanciales entre los proyectos que apuntaban a instalar ambos técnicos al frente de sus equipos, el devenir de los partidos sólo los alejó más y más, tanto a nivel juego como en los resultados. Tite profundizó el lavado de cara (en su última convocatoria, sólo hubo siete jugadores que estuvieron en el Mundial 2014) y logró despertar al gigante dormido: tras el 3-0 sobre Paraguay del martes, Brasil extendió su racha de victorias consecutivas a ocho y se convirtió en el segundo seleccionado del planeta con el pasaje a Rusia asegurado, además del local. Bauza, en tanto, siguió apostando por los mismos jugadores (12 de los citados para jugar con Chile y Bolivia fueron parte de la última Copa del Mundo) pero no logró encontrar rendimiento ni confiabilidad: los tres partidos que perdió lo hizo de manera merecida y de los triunfos que consiguió, sólo uno fue con holgura (3-0 a Colombia, en noviembre del año pasado).
En total, en apenas siete meses de competencia y con ocho partidos disputados, Tite le sacó 13 puntos de diferencia a Bauza. Tal vez, en el ciclo brasileño el Patón encuentre un modelo a seguir para reinventarse.