De cara al nombramiento de un nuevo entrenador, Julian Nagelsmann era el principal candidato del Chelsea, que se apresuró a despedir a Graham Potter este fin de semana por malos resultados. Sin embargo, el cuadro de Stamford Bridge se debate a estas horas entre el fichaje del técnico alemán, recientemente despedido por el Bayern Munich, y Luis Enrique, que no entrena desde que dejara la selección española tras el Mundial de Qatar. Contra todo pronóstico, el asturiano se ha metido a la pelea por el puesto y ya ha viajado a Londres para negociar personalmente su incorporación al club de la Premier League.
Nagelsmann es del gusto de los altos mandos de los ‘Blues’, pero preocupa su edad. Nagelsmann tiene solo 35 años, menos que algunos de los pesos pesados de la plantilla, y para el Chelsea es una incógnita cómo será capaz de llevar un vestuario cargado de egos y con tantos futbolistas como este.
Su salida del Bayern, enfrentado con algunas de sus estrellas, es uno de los puntos principales que le restan enteros para firmar por el Chelsea, pese al atractivo que el alemán encuentra en la liga inglesa, el escaparate en el que todos, jugadores y técnicos, quieren estar.
En el caso de Luis Enrique, el español aseguró hace poco que sigue el fútbol inglés y que solo lee su prensa. El banquillo del Chelsea es uno de los más atractivos que hay y que habrá, junto al del Tottenham, con el prospecto de que el Manchester City continúe con Guardiola, el Manchester United con Erik Ten Hag, el Arsenal con Mikel Arteta y el Liverpool con Jürgen Klopp.
Es una oportunidad imperdible para entrar en la Premier, la que sería la tercera gran liga para el español, tras su paso por el Celta de Vigo, el Roma y el Barcelona, con el que conquistó el triplete en la 2014-2015.
Los puntos fuertes de Luis Enrique
El español, que ha viajado a Londres para reunirse en persona con el Chelsea, según adelantó el medio Jijantes, argumenta su posición con ser un entrenador de fuerte carácter y de imponer un golpe de efecto a una plantilla acostumbrada a la tranquilidad de Potter, mucho más medido y calmado.
Luis Enrique manejó a uno de los mejores tridentes de la historia en Barcelona (Messi, Neymar y Suárez) y lo condujo al éxito. Cualquier duda sobre su personalidad y su férrea convicción en sí mismo quedó descartada en su paso por la selección, donde no hizo prisioneros.
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