De repente, una cesión atrás, un mal control, demasiada duda y un regate temerario del portero Edouard Mendy fueron el principio del fin para el Chelsea en Ellan Road, depresivo y doblegado por sí mismo; por el entusiasmo del Leeds, subido al podio; por los goles de Brenden Aaronson y Rodrigo Moreno en un tramo de cinco minutos más allá de la media hora, desde el regalo del guardameta al testarazo incontestable del ariete español; y por las paradas de Illan Meslier, tan decisivo como los goleadores.
Una derrota preocupante para el grupo de Thomas Tuchel -en el banquillo porque su partido de sanción aún está en suspenso pendiente de la finalización del proceso-, pero también inimaginable tal y como era el desarrollo del partido con 0-0, cuando el conjunto londinense se había hecho con el control de cada sector, sin alardes, con alguna ocasión y dominador, aunque no contaba con el tremendo fallo del cancerbero que transformó todo.
Sus cuatro puntos en tres jornadas encienden una alerta que se agranda por el ritmo que impone el Arsenal en la cima de la clasificación, con nueve de nueve, ya cinco más que el Chelsea; un equipo de ráfagas, que demuestra más talento individual que funcionamiento colectivo, inconsistente en su portería, en su área, e inconstante en la otra, por más que su inicio prometió otro desenlace.
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