“Llegaba a los entrenamientos sin decir una palabra. Se cruzaba conmigo y no me daba ni los buenos días. Era como si nunca hubiera aprendido a socializar. Pero se ponía a jugar y tenía todo”, contó Thomas Tuchel, su entrenador en el Borussia Dortmund. “Cuando llego (al Rennes), a los 15 días hubo reunión. Veo a uno que entra, flaquito, pensé que era un joven que no era del equipo y me dicen ‘ojo con ese, que es un crack’. Llegó el técnico, lo presentó y nos dijo que iba a pedir perdón. Entonces se paró y dijo ‘les pido disculpas a ustedes, pero no al entrenador porque yo me quería ir, pero ya renové”, recordó el colombiano Juan Fernando Quintero en ‘Enfocados’ -el programa conducido por Jefferson Farfán y Roberto Guizazola-. Dos anécdotas que pueden describir casi a la perfección a Ousmane Dembélé, el “futbolista distraído” -como lo catalogaron en España- que este lunes se convirtió en Balón de Oro 2025; es decir, en el mejor del mundo.
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En el majestuoso Teatro del Châtelet de París, el PSG coronó la fiesta tras una temporada de ensueño en el que el equipo de Luis Enrique ganó la Champions League de la mano de Dembélé. “Es increíble lo que acaba de pasarme. No tengo palabras. Ha sido una temporada increíble con el PSG. Llevarme este trofeo y que me lo entregue Ronaldinho es algo excepcional”, fueron las primeras palabras del francés de 28 años que no pudo aguantar las lágrimas al recibir el premio.
Y si bien se sabía del favoritismo de Dembélé para ganar el máximo trofeo, la emoción se mantuvo hasta el final porque la revista francesa “France Football”, encargada de otorgar el galardón, supo guardar el nombre bajo siete llaves y Lamine Yamal también tenía muchas posibilidades de ganar. El hermetismo fue al máximo para evitar lo que sucedió el año pasado, cuando la delegación del Real Madrid decidió no acudir al evento tras saber que Vinícius no iba a ganar el premio. Este lunes los madridistas tampoco fueron, aunque no tenían un claro candidato.
Los que sí estuvieron presentes fueron los principales ganadores. Dembélé no fue parte de la comitiva el PSG que jugó ante Marsella (cayó 1-0 por la Ligue 1) por estar lesionado y ayer subió al podio a recibir su primer Balón de Oro.
El atacante cumplió una gran campaña con el PSG con el que logró ganar la Champions League, la primera en su carrera y para el cuadro parisino. El ‘Mosquito’ marcó 37 goles y dio 15 asistencias en la que fue su mejor campaña desde su debut en 2015 con el Rennes. Tuvo un vertiginoso ascenso pasando al Dortmund de Alemania y luego, en 2017, al Barcelona por unos 150 millones de dólares. Sin embargo, las lesiones (tuvo doce, según Transfermarkt en seis años) y su dejadez profesional hicieron que no rinda como se esperaba.

Dembélé, el Mundial Rusia 2018, la selección peruana y un momento clave
Era un secreto a voces que terminó confesando. “En 2018 lo hice muy mal, no tenía buenos hábitos”, contó Ousmane Dembélé en noviembre de 2022, cuando se disputaba el Mundial de Qatar 2022. El extremo francés recordó Rusia 2018 como un punto de quiebre: fue campeón del mundo, pero no lo sintió como tal.
En aquel torneo, Francia enfrentó a la selección peruana en un partido aún recordado por los hinchas blanquirrojos. Un 1-0 a favor de los franceses por el gol de Kylian Mbappé que aún duele. Y Dembélé estaba ahí, en Ekaterimburgo, siendo uno de los protagonistas.
El ‘Mosquito’, en ese entonces futbolista del Barcelona, fue parte de la delegación. De hecho, fue titular en el debut ante Australia, pero su participación en el equipo menguó con el avance del torneo. Ante Perú, en el segundo partido de la fase de grupos, el seleccionador le mandó al banquillo y disputó solo 15 minutos. Su participación en las eliminatorias fue residual: solo 2′ en un partido decidido de cuartos ante Uruguay.

“En 2018 salía de un año muy complicado en Barcelona, con muchas lesiones y muchas cosas que se decían. Ahora tengo 25 años, he ganado en madurez y marco este Mundial como una de mis prioridades para crecer”, reveló. El discurso de Dembélé, aquel noviembre de 2022, evidenció que algo había cambiado en él y ponía como punto de quiebre Rusia 2018. En su fútbol, en su actitud y en sus hábitos. “Por aquel entonces no tenía buenas costumbres, pero tampoco era como se decía, no estaba todo el tiempo de fiesta. Ahora soy una persona más responsable”.
Hoy, con 28 años, Osumane es el mejor futbolista del mundo, algo que todos veían en él en los entrenamientos o partidos, pero que le costó descubrir.

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