A menos que los ocurridos ‘historiadores’ de la Federación Ecuatoriana de Fútbol hayan inventado otra cosa (como que aquella entidad nació en 1925), en este octubre se cumplen 100 años del primer partido internacional de la historia de nuestro balompié. El Club Sport Guayaquil introdujo este deporte moderno en 1899 y organizó los primeros encuentros entre socios de la institución ese mismo año en una canchita situada frente a la iglesia del Corazón de Jesús (después parque España), que fue adecuada gracias a la intervención del presidente Eloy Alfaro ante el cabildo porteño.
En 1902 se fundó el Club Sport Ecuador dedicado exclusivamente al fútbol, pero la actividad decreció un poco, aunque es necesario hacer notar que su práctica se extendió a la gente del pueblo y a los estudiantes universitarios y del colegio Vicente Rocafuerte. La llegada de Manuel Seminario Sáenz de Tejada desde París en 1907, y su capacidad de gran suscitador y organizador, desató una crecida euforia deportiva que se tradujo en la fundación o renacimiento de entidades como el Club Sport Guayaquil, Universitario, Santiago, Unión, Libertador Bolívar, formado por los marinos de ese barco de la Armada nacional, Asociación de Empleados y muchos más.
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Seminario llevó a cabo ese año el primer campeonato que registra la historia y en 1911 fundó la Liga Deportiva Guayaquil, antecedente de la Federación Deportiva del Guayas. En 1912 organizó el primer duelo interprovincial entre el Club Sport Guayaquil y el Sport Club Quito, en la capital y luego la revancha en Guayaquil. Desde entonces el fútbol no hizo más que crecer al extenderse a Cuenca, Ambato y otras ciudades del país. En 1920, año del centenario de la independencia de Guayaquil –primer segmento territorial de lo que fue la Real Audiencia de Quito en liberarse plenamente del dominio colonial–, el deporte porteño había alcanzado un gran desarrollo. En el campo de fútbol de La Concordia, plaza situada en donde hoy están las piscinas Garay y Vallarino y la pista atlética Estrada, se jugaba el torneo de la Liga Ecuador.
Los juegos eran muy concurridos y habían alcanzado fama no solo por la calidad de la mayoría de los equipos, sino también por la rudeza con que se jugaba al grito de “¡Punta y taco que no hay paco!”. Los árbitros eran muy permisivos y las barras presionaban desde las mismas líneas del campo de juego. Se hicieron famosos los “goles con arquero y todo”, permitidos por el reglamento, pero exacerbados en La Concordia por la costumbre de lanzar el balón por alto sobre el área contraria, obligar al arquero a salir a neutralizar y arremeter en masa para derribarlo y empujarlo dentro del marco. La preparación de los festejos del centenario de la independencia ocuparon los afanes de los porteños en los órdenes cívico, artístico, cultural y deportivo.
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La ciudad se preparaba para celebrar en grande tan magna fecha. Con ese espíritu, a inicios de 1920, un grupo de jóvenes entre los que estaban el caballero costarricense José María Jiménez Gargollo, Alejo Madinyá, Heliodoro Castro, Alberto Jurado González, entre otros, decidieron fundar un club deportivo al que llamaron Centenario en honor al aniversario. De inmediato empezaron a prepararse en fútbol con miras a participar en encuentros con sus similares de Norteamérica, Oriente, Patria, Racing Club, General Córdoba, Rocafuerte, General Baquerdano, Colón y otros que activaban en una cancha al pie del estero Salado, donde poco después sería el American Park, y en la de la plaza de La Concordia. El proyectado torneo empezaba a fracasar cuando se anunció que iba a llegar de visita a Guayaquil el buque de la Armada Real Británica HMS Weymouth, construido en 1910 y que había participado en la Primera Guerra Mundial. Traía cerca de 300 tripulantes y tenía programada una actividad social y deportiva en nuestro puerto. Se comentó que tenía un equipo de fútbol que se encontraba invicto durante la travesía por América, en la que había visitado siete países.
La afición pensaba que el rival del Weymouth debía ser Norteamérica, que contaba con jugadores consagrados y habían sido campeones de 1920 en el torneo de la Liga Ecuador. Los nortinos tenían una gran oncena en la que destacaban Manuel Cortez, Guillermo Muñeco Icaza, Samuel Petita Torres, Francisco Arámbulo, Óscar Chaleco Cantos, Genaro Diéguez, Francisco Pancho Chico Rodríguez, Raymundo Icaza que jugaba igual de arquero, defensa, volante o delantero; el temible goleador Pedro Zambo Merizalde, fundador de la dinastía de ese apellido; Antonio Torres y Guillermo Baquerizo. Otros votaban por escoger al General Córdoba, que tenía en sus filas a famosos de la talla de Emigdio Ruiz, José Floril, Pedro Ferrusola, Leoncio Dattus y Agustín Floril. También se mencionaba al Sucre, donde brillaba el zaguero central Luis Garzón, quien se ganara el apodo de Cabeza Mágica y fue el antecesor de su paisano anconeño Alberto Spencer.
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No fueron estos equipos los elegidos. Se entregó la responsabilidad de afrontar el primer partido internacional al novísimo Centenario. El 6 de octubre llegó el buque británico y ancló en el río Guayas, frente a la isla Santay. El 12 de octubre se jugó bajo el arbitraje de Mr. Alfred Cartwrigt. El Centenario alineó a sus mejores valores. Luis Salazar era el arquero. En la línea defensiva: Alejo Madinyá y Heliodoro Castro; José María Jiménez Gargollo, el múltiple deportista Alberto Jurado González –que cuatro años más tarde sería representante olímpico en los Juegos de París en 1924– y Juan Esteves Luces eran los mediocampistas. Mientras en la delantera se alistaban Eduardo Mamitica Tamayo, Raúl Chávez, E. Ribas Jr., Ángel Polibio Moreno y Elías Páez. Los reservas eran N. León, N. Jiménez, Servio Moreno y Agustín Febres-Cordero Tyler. Entre sus hombres estaban futbolistas fuertes y corpulentos como Madinyá, Castro, Jiménez y Ribas; y veloces como Servio Moreno, Chávez, Jurado y Gellibert.
No dieron los diarios El Telégrafo y El Guante (EL UNIVERSO nacería un año después) muchos detalles del partido, pero sí se publicó que los marinos del Weymouth ganaron estrechamente por 1-0 en un partido de acciones fuertes que se jugó con un sol abrasador. Centenario no defraudó pese a que los ingleses lo superaban en estado físico y velocidad. Un año más tarde se produciría otra histórica visita: la del buque inglés Cambrian, que jugó grandes partidos con Norteamérica y Centenario y dio origen al Escudo Cambrian, que llenó muchas páginas de nuestro balompié entre 1923 y 1931. La primera visita oficial de un equipo de fútbol se dio en 1926, gracias a Manuel Seminario, quien por sus conexiones internacionales logró la afiliación de nuestro país a la FIFA en 1925. Ello hizo que llegara a Ecuador el primer club: el Arturo Prat, campeón de Valparaíso, Chile. Todo ello está contado en un libro biográfico Seminario, padre del deporte ecuatoriano, que tengo listo hace cuatro años sin poderlo publicar. Como no se trata de un libro laudatorio de algún figurón, resulta complicado financiarlo. (O)