Andrés Escobar Saldarriaga, sin saberlo, habría sentenciado el fin de su carrera y de su vida en el minuto 35 del partido entre Estados Unidos y Colombia. El defensor marcó un autogol y puso en ventaja a los norteamericanos en la derrota por 2-1 de los cafeteros, que decretó su eliminación del Mundial de 1994.
Una semana más tarde de aquel duelo, el colombiano publicó una columna en El Tiempo titulada —paradójicamente— “La vida no termina aquí”; sin embargo, el 2 de julio de 1994, 10 días después del autogol, el ‘Caballero del fútbol’ recibió seis balazos que le causaron la muerte.
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El asesinato ocurrió en los exteriores de la discoteca El Indio, en Medellín. Los proyectiles que impactaron en el pulmón, el cuello, el estómago y el antebrazo izquierdo fueron disparadas por Humberto Muñoz Castro, chofer de los hermanos narcotraficantes David y Santiago Gallón Henao, quienes guardaban cierta relación con el capo Pablo Escobar Gaviria.
Los oficiales pudieron atrapar a Muñoz y después fue sentenciado a 43 años de cárcel. El fiscal Jesús Albeiro Yepes, quien llevó el caso, expresó a El Espectador: “Luego de discutir con Pedro Gallón, llegó Santiago, el hermano mayor, quien le dijo: ‘Usted no sabe con quién se está metiendo’. En ese momento, el chofer de los hermanos Gallón, Humberto Muñoz, se bajó apurado del carro. Mientras Santiago seguía repitiendo la misma frase a Andrés, se arrimó a su carro y le descargó el revólver”.
Desde aquel momento, Andrés Escobar, el ‘Caballero del fútbol’, se convirtió en una leyenda del balompié colombiano, pero también en una de las tantas víctimas de la violencia que azotaba el país cafetero debido a la guerra contra el narcotráfico.