"Esta Argentina no tiene nada que ver con la de 2018". La frase la firma Didier Deschamps justo después de que su equipo se clasificara para la final en una reedición de los octavos de hace cuatro años, el último duelo entre las dos naciones que se jugarán el Mundial de Qatar.
El técnico francés considera, en particular, que la estrella argentina Lionel Messi no tiene nada que ver con el que perdió en Kazan hace cuatro años. El duelo de referencia, poco tendrá que ver.
Argentina afrontó aquellos cuartos en plena descomposición de un grupo en el que Jorge Sampaoli había perdido el control del vestuario, pero la Albiceleste opuso resistencia.
"En aquel partido Messi era casi el delantero centro", recuerda Deschamps, en contraste con el lugar que ahora ocupa el argentino, casi como un centrocampista de creación "con mucha libertad en todo el campo".
Lionel Scaloni ha formado un grupo más compacto, dentro y fuera del césped, destinado a permitir el brillo de Messi, con escuderos en el centro del campo y complementos en ataque. La sociedad con Julián Álvarez ha sido uno de los descubrimientos del Mundial y ha permitido brillar a ambos.
Tampoco es la misma Francia. El equipo que conquistó el Mundial tenía en la solidez su principal seña de identidad, con un centro del campo robustecido con Ngolo Kanté, Paul Pogba y Blause Matuidi, tres pilares de mucha potencia.
Ahora, frente a las bajas, Deschamps ha optado por lanzarse al ataque, con un nuevo puesto para Antoine Griezmann, enganche entre el centro del campo y el ataque, formado por un tridente de fuego con Ousmane Dembélé, Olivier Giroud y Kylian Mbappé.
La Francia de 2018 pasó por encima de Argentina pese a lo que refleja el marcador. Mbappé volvió loca a la defensa "albiceleste" y en una jugada eléctrica fue derribado por Marcos Rojo en el área, lo que permitió a Griezmann adelantar a los "bleus".
Ángel di María igualó antes del descanso y Gabriel Mercado, servido por Messi, adelantó a Argentina nada más regresar del vestuario. Pero el dominio galo fue flagrante y con una extraordinaria volea Benjamin Pavard empató, antes de que Mbappé emergiera como estrella planetaria y lograra dos tantos que decidieron el duelo. En el descuento, un tanto del Kun Agüero 'maquilló' el marcador.
Ese fue el duelo de más altura entre ambas naciones que, sin embargo, guardan algunas cicatrices del pasado.
Su segundo choque en un Mundial fue en el que organizó Argentina en 1978 y en la memoria francesa aparece como "un robo". Era la segunda jornada de la fase de grupos y la Francia de Michel Platini necesitaba el triunfo para no quedar eliminada tras haber perdido el primero contra Italia.
Muchos internacionales franceses recuerdan el ambiente "asfixiante" del Monumental de Buenos Aires, donde 100.000 gargantas les abuchearon al entrar en el estadio y, sobre todo, cuestionan el penalti pitado por el árbitro suizo justo antes del descanso que, a la postre, supuso su eliminación.
MARADONA CONQUISTA MARSELLA
En vísperas del Mundial de 2010, Argentina contribuyó a ensombrecer el ambiente de la selección francesa en un amistoso en Marsella, el segundo partido de Diego Maradona como seleccionador, el primero en el que tenía a sus órdenes a Lionel Messi, que a sus 21 años todavía no había ganado ningún Balón de Oro.
Argentina se impuso por 2-0, con goles de Jonás Gutiérrez y el propio Messi y la grada del estadio Velódromo gritó "Domenech dimisión" en lo que sería el preludio del desastre galo en el Mundial de Sudáfrica.
La última escaramuza es verbal y la han buscado los medios argentinos en una frase de Mbappé: "La ventaja que tenemos los europeos es que jugamos entre nosotros partidos de alto nivel todo el tiempo, como en la Liga de Naciones. Cuando llegamos al Mundial ya estamos preparados, mientras que Brasil o Argentina no tienen ese nivel".
"Que vaya a San Martín a jugar algún partido. Nosotros hemos invadido los grandes tesoros del fútbol de Europa. Argentina siempre tuvo grandes jugadores, más que Brasil", le replicó el exeleccionador, César Luis Menotti.