Juan Román Riquelme fue una de las grandes figuras del fútbol argentino y mundial. Dueño de un talento único con la pelota en los pies, supo ganarse el cariño de propios y extraños dentro del mundo del fútbol.
Pero está claro que si algo identifica a Román es la pasión y su amor por los colores de Boca, club del que es hincha y donde brilló como jugador, mostrando sin dudas su mejor versión, y donde ahora es vicepresidente.
Riquelme llegó al Xeneize en 1996 desde Argentinos Juniors, dentro de una camada de jugadores que el presidente Macri compró para el plantel de la Ribera, entre los que también se encontraban Pablo Islas, César La Paglia, Lucas Gatti y Emmanuel Ruiz.
Pronto demostró que sobresalía por sobre los demás. Y enseguida comenzó a ganarse el cariño de la gente de Boca. El debut se dio el 10 de noviembre de 1996 en una victoria en La Bombonera ante Unión por 2 a 0.
"Yo soy de Don Torcuato, somos nueve hermanos, cinco varones y cuatro mujeres. Me gusta tener la pelota y hacer jugar al equipo", decía un joven Román antes del debut.
La hinchada de Boca comenzó a aplaudirlo ya desde ese primer partido: con sus toques, sus asistencias y su talento no necesitó mucho tiempo para convertirse en ídolo del club.
Tras los pasos de Bilardo y el Bambino Veira en el banco, llegaría Carlos Bianchi a mediados de 1998. Y comenzaría a escribirse la historia grande de Riquelme con la azul y oro.
Román iba a ser fundamental en ese primer ciclo del Virrey, donde Boca iba a ganar tres torneos locales, dos Libertadores y una Copa del Mundo, nada menos que ante el Real Madrid, donde Riquelme jugó seguramente uno de los mejores partidos de su vida.
Los conflictos con la dirigencia, en ese entonces presidida por Mauricio Macri, iban a terminar con su salida del club, cuando el Barcelona se lo llevó por cerca de 13 millones de dólares a mediados de 2002.
Es recordada la imagen del festejo del Topo Gigio que Riquelme patentó en un Superclásico ante River Plate, cuando celebró su gol con las manos en la orejas de cara al palco presidencial de La Bombonera, en clara señal a Mauricio Macri, con quien ya mantenía serias diferencias.
Cuando fue consultado al respecto, señaló: "Lo grité así porque a mi hija le gusta el Topo Gigio".
En Barcelona iba a jugar apenas una temporada y nunca terminaría de consolidarse. Diferencias con los entrenadores de turno, sobre todo con Louis van Gaal, y también con algunos referentes del plantel, lo llevarían a un destino nuevo: Villarreal.
Con el Submarino Amarillo mostraría su mejor versión en la Liga y en el continente europeo, llegando a las semifinales de la Champions League de 2005/2006. Allí, también dejó su sello y una marca imborrable en los hinchas.
Pero problemas con el entrenador Manuel Pellegrini iban terminar con un regreso a Boca. Regreso que se dio para el primer semestre de 2007, sólo por seis meses, pero que le dejó al club la conquista de una nueva Libertadores de la mano de Román.
Riquelme fue clave en esa conquista, la última del club, cuando con Miguel Angel Russo en el banco y un 10 extraordinario dentro del campo de juego Boca le ganó la final a Gremio de Brasil y sumó la sexta Copa.
En 2008 volvió a Boca para vivir una nueva etapa, donde iba a sufrir algunos altibajos futbolísticos, diferencias con la dirigencia, lesiones y un enfrentamiento con Julio César Falcioni que lo alejó por unos meses del club.
Tras la partida de Falcioni y el regreso de Bianchi, en 2013, Román volvería a Boca, aunque esta vez la dupla que tantos éxitos le había dado al club en años pasados no pudo repetir. Finalmente, iba a dejar el club de manera definitiva en 2014, para retirarse en Argentinos Juniors, club del que había surgido, logrando el ascenso a Primera División.
En la Selección también fue un jugador importante. Se consagró campeón del Mundial juvenil de 2007 en Malasia de la mano de José Pekerman, con quien disputó el Mundial de 2006 en Alemania, donde la Argentina fue eliminada en cuartos de final por los locales. Además, ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.
Hombre de pocas pulgas y fuerte personalidad, ni siquiera le tembló el pulso para enfrentarse con Diego Armando Maradona, nada menos, cuando Pelusa dirigía la Selección. "Yo lo quiero a Román de enganche, en los últimos veinte metros para marcar diferencia, con velocidad mental para habilitar a los delanteros y lleguar al gol, pero el otro día lo vi en la cancha de Boca y no sé si tiene problemas físicos o qué, pero así no me sirve", dijo Maradona en una entrevista.
Riquelme, sin pelos en la lengua, no se quedó atrás: "Sé que me voy a perder el Mundial de Sudáfrica, pero cuando un jugador de fútbol no tiene la misma forma de pensar del técnico no pueden estar juntos. Mis códigos no son los de él y nosotros dos está claro que no podemos trabajar juntos. Terminó la Selección para mí". Y así fue.
Un duelo de titanes que dejó en claro que con la idolatría de Román en Boca no podía competir ni el mismísimo Maradona.
Ya retirado del fútbol, decidió entrar al mundo político de Boca, y en 2019 fue electo como vicepresidente segundo del club en la lista encabezada por Jorge Amor Ameal. Desde ese año maneja el fútbol xeneize, junto con el Consejo de Fútbol que formó con sus ex compañeros Jorge Bermúdez, Marcelo Delgado y Alfredo Cascini.
En total, como futbolista, jugó 593 partidos y anotó 148 goles. En las Selecciones nacionales marcó 26 goles en 82 encuentros. Y sumó en su carrera 15 títulos, entre equipos y selecciones.
Pero dentro su extensa carrera Boca lo marcó como jugador y persona. Hincha del club ("La Bombonera es el patio de mi casa", repite siempre que puede), es considerado el mayor ídolo de la historia Xeneize. No es poca cosa para un club de peso mundial que entre sus ídolos tiene a Rojitas, Palermo, Guillermo, Tevez y Maradona, nada menos.