"Estoy vacío, no tengo nada más para darle al club". Esas palabras retumbaron fuerte en el mundo del fútbol y sobre todo, en el mundo Boca.
Por quién las había pronunciado y por el lugar donde se habían pronunciado. El protagonista: Juan Román Riquelme. El lugar: la salida del vestuario del Pacaembú el 4 de julio de 2012, hace 10 años, donde Boca acababa de perder la final de la Copa Libertadores 2012 ante Corinthians.
No fueron momentos felices para Román los que vivió en esa etapa del club, pese a que ganó dos títulos, el torneo Apertura 2011 y la Copa Argentina 2012. Es que ese ciclo estuvo marcado por una tensa relación con el entrenador Julio César Falcioni.
El Emperador y el 10 nunca se llevaron bien: convivieron como pudieron, con sus diferencias, hasta que Riquelme decidió pegar el portazo. En el medio, pasaron cosas.
Falcioni llegó a Boca tras ser campeón con Banfield y con su idea clara de juego, el sistema que siempre eligió y que le dio resultado: el 4-4-2. Claro, dentro de ese esquema el enganche no tenía lugar. Pero en este caso no se trataba de un enganche cualquiera: era Riquelme, con todo lo que significaba como jugador e ídolo de Boca.
Algunos indicios de la relación tirante con el DT se hicieron públicos cuando el propio Riquelme declaró a comienzos de ese 2012. "Yo juego cuando lo dispone el entrenador y no le digo que me ponga 60 minutos o que juego los 90. Hace ocho meses contra All Boys, Falcioni me hizo correr como un boludo en Casa Amarilla y yo no dije nada porque soy un profesional", declaraba Román.
Román hacía referencia a los días previos a un partido ante el Albo, cuando el DT decidió no ponerlo en el equipo luego de hacerlo correr, según Riquelme, demasiado. Pero todo había comenzado mucho antes. Primero, Falcioni, tal vez por su personalidad o por su forma de ver el fútbol, no era del gusto de Riquelme.
Cuando el Emperador llegó a Boca la relación fue empeorando día a día. No había feeling y la primera pretemporada que el conjunto Xeneize hizo lo terminó confirmando. Riquelme se entrenó y trabajó como un jugador más, sin privilegios.
Y el 10 entendía que por su edad y su condición física debería haber tenido algunos "permitidos" a diferencia de sus compañeros. Gustavo Otero, el preparador físico de esos tiempos reconoció más tarde: "Tal vez hoy nos hubiéramos manejado de otra manera con Román".
Lo cierto es que no fue el mejor comienzo. Entre las idas y vueltas, Riquelme sufriría altibajos: algunos buenos partidos, otros no tanto, una fascitis plantar que iba a marginarlo de varios encuentros...
Los rumores sobre la relación entre ambos, sobre la continuidad en el club de Falcioni, sobre la relación de Riquelme con el flamante presidente Daniel Angelici, fueron una constante en el famoso mundo Boca.
Pero pese a todo en ese primer semestre del 2012, Riquelme iba a ser muy importante para el Boca de Falcioni, siendo fundamental en el equipo que llegaría a la final de la Libertadores. Antes, juntos, se habían coronado en el Apertura 2011 como campeones invictos.
La decisión del 10 de anunciar su despedida en ese momento dejó cicatrices. Para muchos, incluidos varios compañeros de Román, que Riquelme haya avisado antes de la final que se iba de Boca fue perjudicial para el rendimiento del equipo.
"El mensaje influyó mucho. A varios chicos les pegó que se los haya dicho antes de la final. Igualmente, no es excusa. Muchos eran amigos, entonces no fue fácil salir con la cabeza pensando en una final", dijo el Flaco Schiavi, referente de ese equipo, sobre el anuncio de Riquelme.
El Pelado Silva fue otro que castigó duro a Román: "Lo que hizo Riquelme no se hace. Un líder positivo no lo hace por respeto a sus compañeros. A mí no me impactó lo de Riquelme cuando hizo saber que no seguía. Pero no es una manera de generar un ambiente positivo en la previa de una final”.
¿Qué dijo Román cuando hizo pública su salida de Boca?: "No voy a continuar en el club. Ya se lo comuniqué al equipo y al presidente Daniel Angelici. Amo a este club, pero sé que el compromiso es muy grande. Me siento vacío, no tengo más nada para darle".
Mientras Riquelme hablaba un golpeado Angelici, desde atrás y escuchando las palabras, lo fulminaba con la mirada.
En lo deportivo, Boca había pasado de ronda con comodidad en su grupo, aunque segundo de Fluminense; luego derrotaría en octavos a Unión Española (Riquelme anotó un tanto de local y otro de visitante), en cuartos a Fluminense y en semis a Universidad de Chile.
Román iba a ser el más asistidor de ese torneo con seis pases gol, delante de Neymar (4), y uno de los jugadores elegidos para el equipo ideal. Datos anecdóticos en definitiva.
Riquelme cumpliría su palabra y se iría de Boca. Falcioni iba a seguir hasta finales de ese 2012, cuando La Bombonera "habló" y generó que Angelici decidiera no renovarle al Emperador. Así, volvería al club como DT nada menos que Carlos Bianchi.
Con él, Riquelme también iba a pegar la vuelta. En febrero de 2013 y luego de unas opacas derrotas de Boca ante River en partidos de verano, Riquelme llamó a Bianchi y le dijo que estaba dispuesto a regresar. Que estaba viendo "sufrir" a Boca y que quería volver a vestir la azul y oro para "sufrir juntos".
El Virrey, aceptó. La vieja sociedad que tantos títulos le dio a Boca volvía a ponerse en marcha. Riquelme regresó a Boca, aunque esta vez no habría títulos locales ni finales de Libertadores ni Copas del Mundo. Luego Román cerró su etapa en el club de manera definitiva, para retirarse más tarde en Argentinos Juniors. Atrás había quedado la novela con Falcioni y ese polémico adiós en Brasil.