La pesadilla había llegado a su fin. Después de transitar el duro e inesperado camino de la B Nacional, River volvía a Primera División. Un lugar del que nunca debió irse, pero que abandonó ese fatídico 24 de junio de 2011 tras perder la Promoción ante Belgrano de Córdoba.
Un año más tarde, otra vez el Celeste estaba frente a los Millonarios. Pero en una situación muy diferente. Ahora, tras el ascenso, River regresaba a la máxima categoría para dejar atrás el duro golpe sufrido y comenzar una nueva era.
El 5 de agosto de 2012 quedará en la historia como la fecha oficial del regreso. Aunque los fantasmas del descenso ya no estaban, todavía quedaban varias cuestiones por resolver para que los de Núñez, de a poco, comenzaran a recuperar la memoria y se afianzaran en Primera.
Cosas del destino, los cordobeses le dieron la bienvenida a los de Matías Almeyda, que volvieron a sufrir contra el duro equipo de Ricardo Zielinski. Fue derrota por 2 a 1 en un partido dramático hasta el final.
River formó en ese regreso con: Daniel Vega; Gabriel Mercado, Jonatan Maidana, Leandro González Pirez, Luciano Vella; Lucas Ocampos, Leonardo Ponzio, Ezequiel Cirigliano, Manuel Lanzini; David Trezeguet y Rogelio Funes Mori.
Belgrano lo hizo con: Juan Carlos Olave; Pier Barrios, Gastón Turús, Sergio Rodríguez, Juan Quiroga; Martín Zapata, Guillermo Farré, Esteban González, Jorge Velázquez; Lucas Melano y Víctor Aquino.
Los cordobeses comenzaron ganando 2 a 0 con goles de Melano y Carranza, Lanzini descontó de tiro libre para ponerle suspenso al encuentro, hasta que llegó el final y otra vez el sufrimiento. Penal para River que falló Funes Mori (otra vez un penal errado ante Belgrano, como en la Promoción) y un estreno con derrota. Pero esta vez la sensación de la gente fue otra. Más allá de la caída, River ya estaba en Primera. Eso era lo importante.
Ese ciclo de Almeyda al frente del millonario no fue el mejor. Sin dudas, aunque a River siempre se le exige ganar, ese certamen fue un campeonato de transición, había que recuperar la confianza y rearmarse para el futuro. La campaña irregular dejó un saldo de cinco victorias, ocho empates y cuatro derrotas. Así, el millonario terminó el torneo en la octava posición.
EL REGRESO DE RAMON
Lo cierto es que el equipo no jugaba bien. Los rumores sobre la salida del entrenador se hicieron cotidianos, aunque estaba claro que el técnico quería segur en el cargo y Passarella, el presidente, se inclinaba por reemplazarlo. Finalmente, el Pelado dejó de ser el DT del equipo a dos fechas del final: Passarella lo echó y Gustavo Zapata lo reemplazó de manera interina.
Eran tiempos convulsionados los que vivía el millonario. El equipo no rendía como se esperaba, había ansiedad por obtener buenos resultados y una identidad de juego. Y Almeyda ya estaba desgastado tras el duro año en la B Nacional: lo había dejado todo por su River, tras retirarse como jugador y aceptar de inmediato dirigir en ese difícil momento del descenso. Para muchos se necesitaba una figura con experiencia y con espaldas que se hiciera cargo del plantel en ese momento.
El nombre de Ramón Díaz venía sonando cada vez con más fuerza en Núñez. El Pelado se venía postulando desde hacía tiempo, pero Passarella dudaba... Un choque de egos entre las dos exfiguras riverplatenses se puso en juego. Finalmente se limaron las diferencias. Y el regreso del riojano se concretó para la nueva temporada.
De la mano de Ramón, River logró el subcampeonato en el Torneo Final de 2013, aunque en el Inicial terminó muy lejos de la pelea, en el puesto 17. La gloria volvería en el Torneo Final 2014, cuando se consagró campeón sumando 37 puntos, y derrotando a Boca en La Bombonera luego de 10 años sin victorias. Fue el clásico del gol de Funes Mori de cabeza tras un tiro de esquina, y la frase de Carlos Bianchi que luego se hizo bandera millonaria: “no fue córner”.
Unos días después, obtuvo la Copa Campeonato al derrotar a San Lorenzo por 1 a 0 con gol de Germán Pezzella. Tras esas conquistas, de manera llamativa, Ramón Díaz renunció.
EL COMIENZO DE UN CICLO HISTORICO
Se sabía que la relación entre el riojano y el presidente Rodolfo D’Onofrio, quien había triunfado en las elecciones de finales de 2013, no era la mejor. Ya se habían tirado algunos dardos en la etapa preelectoral, pero pese a todo mantuvieron el vínculo.
El nuevo presidente llegaba con ideas renovadoras, y el poder casi absoluto de Ramón en lo futbolístico se empezaba a ver opacado por figuras como las de Enzo Francescoli, quien sería el elegido en el cargo de mánager.
“Lo dije cuando llegue al club: personalmente nunca tuve un problema con Ramón Díaz en mi vida como jugador. Lo que pasa que yo era el capitán, el líder de aquel grupo... obviamente intercambiaba cosas con Ramón porque era el técnico, pero jamás hubo un problema personal”, decía Enzo, apuntado por muchos como el responsable de la salida del Pelado.
River ya tenía en mente a un histórico como Marcelo Gallardo para que se hiciera cargo del primer equipo. El Muñeco venía de hacer una muy buena campaña con Nacional de Uruguay, con el que se había consagrado campeón, y estaba listo para comenzar una etapa que sería inolvidable.
Gallardo causó una verdadera revolución en el mundo River, donde alcanzaría muchos logros internacionales, dejando como marca registrada triunfos históricos ante Boca, el clásico rival. Logró ganar la Copa Sudamericana de 2014, tras eliminar en semifinales a los Xeneizes.
Y en 2015, se consagraría campeón de la Copa Libertadores luego de vencer a Tigres de México en la final. En octavos también se había dado el gusto de dejar en el camino una vez más al xeneize, en ese recordado encuentro del gas pimienta disputado en La Bombonera.
Cosas del destino, la fecha del triunfo copero ante los mexicanos, y si se quiere del inicio de una etapa llena de gloria para el club, fue un 5 de agosto de 2015. Justo tres años después del regreso a Primera con derrota ante Belgrano.
Atrás había quedado la pesadilla. El descenso, la vuelta a Primera y otra derrota ante Belgrano que parecía alimentar todavía más ese fantasma que sobrevolaba el Monumental en esos tiempos. Todo había cambiado. El sueño y la ilusión de un River más emparentado a su rica historia ya estaban en marcha.