Ese entrenador con cara y fama de duro no puede más con su emoción. No la oculta. Llora y, a la vez, a todos emociona. El hombre, con sus sentimientos, le gana por goleada al técnico. Aquí, en un repleto Salón Dorado de la Legislatura Porteña, abundan las caricias para Julio César Falcioni. Ninguna sobra. Son todas más que merecidas.
Acaban de declararlo "Personalidad Destacada de la Ciudad de Buenos Aires en el ámbito del deporte". Como por ahora su voz todavía no puede ser lo que era, el Emperador apuntó algunas palabras de agradecimiento que recién conmovieron al ser leídas por el moderador del homenaje: "Ahora, con la llegada de los nietos que quiero ver crecer, tengo que seguir peleando". Eso sí, tanto cariño se respira que JCF no se conforma con ese mensaje tierno que escribió. Entonces, pide el micrófono: "Quiero agradecer por el acompañamiento que me vienen dando a lo largo de mi vida", arranca.
Falcioni, con el video de fondo. MARTIN BONETTO
Pide perdón Falcioni porque enseguida debe detener su discurso: "Tengo que mojar la garganta", dice con una sonrisa. Es una de las secuelas de la dura pelea contra una enfermedad cruel que había empezado como una cirugía programada de dos horas que se multiplicaron hasta llegar a una docena. Lo que parecía una simple operación por un nódulo en la laringe era mucho más que eso... Era esa eternidad en el quirófano y un tratamiento posterior bravo, duro.
Al final, redondea Falcioni: "Después de todo esto, veo que el recuerdo es inmenso. Creo que mis hijas se deben sentir orgullosas. La verdad, tengo lo mejor: toda la familia cerca y toda la gente que me quiere. Así que seguiremos peleando. Gracias".
El abrazo con Martín Insaurralde. MARTIN BONETTO
La música de los aplausos suena armoniosa. Un repaso rápido de los rostros vecinos desemboca en una imagen común: las miradas brillan, las lágrimas brotan en forma irremediable. Emociona Falcioni.
Emociona a todos. Al presidente de la AFA, Claudio Tapia. Al de Boca, Daniel Angelici. Al intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde. A Sebastián Battaglia. A Jesús Dátolo. A Sergio Greco, su representante. A aquellos con los que comparte y compartió cuerpo técnico: el profe Otero, Omar Píccoli, Néstor Lo Tártaro, Javier Sanguinetti. A un grupo de árbitros. A un puñado de periodistas...
Una foto con la distinción sostenida por uno de los nietitos de Falcioni. MARTIN BONETTO
Tan grande es Falcioni que logra unir en una foto a los últimos dos presidentes de Banfield, que caminan por veredas absolutamente opuestas: el actual, Eduardo Spinoza, con el ex, Carlos Portell.
Ya pasó un video recorriendo la historia gigante del Emperador. Primero, el arquero. Aquella época de pelo largo, con el buzo de Vélez, donde para todos era -es- Pelusa, y también con el escudo de aquel América de Cali tres veces finalista de América, cuando le adosaron el apodo Gato. Después, por supuesto, el entrenador que en Banfield se transformó en prócer ganando el primer y único campeonato de la historia y que en Boca coronó en forma invicta, aparte de capturar una Copa Argentina.
Otro regalo para el Emperador. MARTIN BONETTO
Ya fueron las palabras del vicepresidente primero de la Legislatura e impulsor del homenaje, Francisco Quintana, destacando "al profesional y a sus cualidades personales".
Ya pasaron también algunas definiciones exactas del actual presidente de Banfield, Eduardo Spinosa: "Es nuestro Emperador. Cuesta compartirlo. Pero Julio es el fútbol y también una persona que ha demostrado siempre su clase, con mucha valentía en esta última etapa de recuperación de la enfermedad que está atravesando. Queremos invitarte a seguir recorriendo sueños juntos".
A seguir soñando, Julio.