24/11/2024

Boca, entre la dependencia de Pavón y el juego que no aparece

Lunes 07 de Mayo del 2018

Boca, entre la dependencia de Pavón y el juego que no aparece

De nuevo, el 7 fue el rescatista de Boca. La mirada de Barros Schelotto. El complemento con Wanchope Abila. Todo a un punto de ser campeón local otra vez. “Mis compañeros me hacen jugar así”, declara Cristian Pavón apenas sellado el festejo que dejó a Boca a un punto de coronar el bicampeonato doméstico.

De nuevo, el 7 fue el rescatista de Boca. La mirada de Barros Schelotto. El complemento con Wanchope Abila. Todo a un punto de ser campeón local otra vez. “Mis compañeros me hacen jugar así”, declara Cristian Pavón apenas sellado el festejo que dejó a Boca a un punto de coronar el bicampeonato doméstico.

“Mis compañeros me hacen jugar así”, declara Cristian Pavón apenas sellado el festejo que dejó a Boca a un punto de coronar el bicampeonato doméstico. Mentira. Se comprende su modestia, pero no es la realidad. Pavón hace soñar a Boca por todo lo que, en general, se autogenera. Casi nada le ofrece el equipo para que explote sus rasgos explosivos. La dependencia de Pavón es preocupante y marca las dificultades colectivas del puntero y casi seguro campeón de la Superliga. Si él no acelera y cambia el ritmo, nadie lo hace. Excepto Pavón, es Boca un equipo en cámara lenta. Tal vez por eso tanto demora en llegar a esa vuelta olímpica anunciada.

“Es inevitable no depender de Pavón porque cada vez que toca la pelota marca diferencia”, explica Guillermo Barros Schelotto. Es una verdad a medias. Siempre resulta una tentación darle la pelota a un compañero desequilibrante. Tiene razón en ese punto el Mellizo. Eso sí, ¿cuántas alternativas le ofrece el equipo a Pavón para volar? Casi ninguna. Los encargados de la gestación, Pablo Pérez y Reynoso, más Tevez, de nuevo caminaron por los grises ante Unión, alguno más bajo que otro, los tres sin continuidad en el juego. ¿Cuántas veces en el primer tiempo, cuando Pavón jugó por la izquierda, Fabra pasó al ataque para llevarse marcas y aportarle una opción de pase o combinación? Casi nunca. ¿Cuántas veces en el segundo tiempo, cuando Pavón se mudó a la derecha, surgió Buffarini proyectándose por ese costado para oxigenarlo? Casi nunca.

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La Bombonera perdía la paciencia. “Movete Boca movete...” se cantaba. El máximo referente, Carlos Tevez, otra vez muy lejos del verdadero Tevez, había sido reemplazado por el pibe Maroni en una señal muy fuerte de Guillermo Barros Schelotto: afuera, la estrella que no brilla restando media hora para el final de un partido tan decisivo como incierto; adentro, el chico que muchos reclaman. También había salido Bebelo Reynoso, sustituido por Junior Benítez.

El mejor momento de Boca, los diez minutos iniciales del segundo tiempo, ya había pasado con Wanchope perdiendo como ante Palmeiras otro gol insólito frente al arco (“Me sorprendió el pase de primera”, explicó el goleador) y con un par de aventuras de Pavón. Ahí Unión, que sólo se había animado a merodear en algún momento el área de Boca pero sin audacia total y con mínima profundidad, ahora sí se arrimaba con tono amenazante, con dos cabezazos de Soldano sin puntería y con un zurdazo de Zabala muy bien resuelto por Rossi, el arquero que trataba de espantar sus fantasmas y que ya en el cierre del primer tiempo había respondido con ubicación ante un tiro de Fragapane.

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El partido ya había entrado en su último cuarto de hora y parecía que de nuevo algo malo le podía a ocurrir a Boca, pero... De repente, Pablo Pérez, que entregaba sensación de agotamiento y perdía pelotas que no suele obsequiar, inventó en el campo de Boca un pelotazo de izquierda a derecha que viajó unos sesenta metros, hasta Pavón. Y el “7”, sin apuro, aguardó el instante justo para mandarla al medio y que esta vez sí Wanchope la empujara al grito del alivio.

Y al ratito, ya sobre la hora, un contraataque, el cambio de Maroni de derecha a izquierda para Junior Benítez y de nuevo Pavón con paz para pensar y ubicar a Abila en el área, liberado por Bottinelli. Ahí Wanchope giró, dejó tirado a Nereo y redondeó su pasaje de villano a héroe, certificando el valor que encierra una referencia de área, un “9” de verdad aunque parezca lento. Unión lamentaba no haberse animado antes a buscar un triunfo que lo clasificara por primera vez a una copa de la Conmebol.

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Pavón, Pavón, Pavón... Pavón para generar la única chance seria de la etapa inicial, que Nereo desvió y dio en el travesaño. Pavón para asistir en los dos goles. Pavón, una vez más, fue el rescatista de Boca. En este caso, le dieron una mano su arquero con sobriedad , Barrios como siempre y Wanchope definiendo. Respira Boca. El miércoles buscará en La Plata el punto que le falta para ser campeón y llegar con la cabeza despejada al cruce copero del miércoles 16 contra Alianza Lima, esperando una mano de Palmeiras y que no se resfríe Pavón, la luz que suma 69 presencias consecutivas, el rescatista.

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