Los juegos fueron expuestos en el concurso Game Jam 2022, que tuvo como objetivo dar cabida a niños y jóvenes en la lucha contra el bullying a través de la programación. Entre los ganadores, se encontraron dos peruanos: Sebastián Rodríguez Atalaya (1er lugar en la categoría Junior) y Andrés García (3er lugar en la categoría Teens).
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Al respecto, María del Mar Vélez, fundadora de Crack The Code, organizadores del Game Jam 2022, comenta que “ahora que nuestros hijos e hijas se encuentran en un periodo de vacaciones, debemos reforzar sus capacidades para enfrentar una situación de acoso escolar. Es en ese sentido que la programación de videojuegos puede ser una buena alternativa para escuchar su sentir y ayudarlo a plantear una solución”.
Lucía, la representación de una víctima de bullying
Sebastián Rodríguez creó su videojuego en el que Lucía es el personaje principal. Ella sufre bullying y no sabe cómo afrontarlo ni cómo buscar ayuda. Ante esta situación, el jugador controla a otros personajes que son amigos de ella y tiene la opción de seleccionar distintos consejos para dar a la niña y que sepa cómo abordar su problema.
“No solo se busca entretener, sino también concientizar sobre la importancia de cómo se sienten las víctimas. Por eso agregué a sus amigos, y parte del juego se centra en cómo deberían actuar ellos, ya que es importante que las personas que pasen por una situación similar tengan el soporte de ellos”, señala el creador en la exposición del videojuego.
El videojuegos busca resaltar la importancia de las acciones de personas cercanas a un caso de bullying. De hecho, la dinámica del juego tiene cómo objetivo principal la búsqueda de ayuda por parte de Lucía.
María Paz Sáenz, psicóloga con experiencia en el ámbito psico-educativo, en una entrevista con El Comercio, detalla que “es necesario elaborar estrategias de concientización tanto para los alumnos como para los padres. En el caso de los niños, los videojuegos que aborden la temática son una opción. Mientras los pequeños no normalicen aptos de hostigamiento a sus compañeros, mejor se estará tratando el tema”.
Un videojuego de escape
Por otro lado, el estudiante peruano Andrés García, que obtuvo el tercer lugar en la categoría Teens, presentó un juego en el cual el protagonista se encuentra en un colegio con sus distintos ambientes divididos en un mapa. Allí, sus bullies lo están buscando y él debe esconderse en diversos lugares para eludirlos y poder llegar a pedir ayuda a la oficina del director. En su camino se encontrará con otros niños y niñas que son acosados y a los que deberá ayudar.
“En los casos de acoso escolar la víctima experimenta niveles enormes de miedo y estrés. Constantemente buscará la forma de evitar la confrontación con sus acosadores”, indica Sáenz sobre las posibles conductas que derivan de un caso de bullying.
Otros niños también participaron en la creación de videojuegos
Otros de los concursantes también expusieron sus creaciones. Entre ellos, Juan Esteban se inspiró en su historia personal de bullying. El personaje de su juego enfrenta a sus maltratadores con objetos que dotan de conocimiento, bondad y reflexiones positivas a los bullies para que cambien y se lleven mejor con los demás.
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Pablo Villa tiene su juego “Valery’s Life”, donde Valeria es la protagonista de este videojuego RPG. Es en un sueño de ella donde se dan los acontecimientos del juego, donde la chica sufre de bullying y el jugador debe hacerla atravesar diferentes obstáculos para que ella pueda quedar a salvo. Este juego destaca por contener muchos elementos de un videojuego profesional y por utilizar una música bastante bien pensada para su trama.
Por ese mismo lado, el videojuego de Juan Muñoz tiene como protagonista de su juego a un niño que se debe escapar del bully que lo acosa. En el gameplay cuenta con distintas alternativas sobre cómo encarar la situación, pero solo una termina con un buen final. Es posible atacar al bully, pero el juego solo tiene un cierre seguro para el protagonista cuando este hace lo más razonable y recomendado para estos casos: huir y pedir ayuda a un adulto.