“Copa América. Chile. Está Argentina. Juega Messi. ¿Se animan?”, propuso José Luis Benítez casi cincuentón en diciembre del año pasado a sus amigos más cercanos, con las llaves de una casa rodante o motor home sacudidas por su mano. Se apuntaron siete, pero al final sólo Juan Carlos, el “Ricky” y su hijo Lionel se subieron al antiguo bus Mercedes Benz 1114 modelo 78 que salió desde Buenos Aires y tardó dos días en llegar a La Serena, sobre la costa pacífica chilena. 1.750 kilómetros después, llegaron a la ciudad con el Mercedes sin quejas.
“Este era un colectivo de línea, el 365 de la empresa Lisa (La Independencia que opera en el área metropolitana de Buenos Aires). Es del 78 pero tiene un motor más nuevo que te anda a 100, 110”, explica Benítez, dueño del volante del motor home, una modalidad que se hizo famosa en el Mundial de Brasil al que llegaron cientos desde Argentina, algunos en muy mal estado.
Pero este, luce impecable. En ocho metros de largo tiene baño, dormitorio para cuatro personas, cocina y un comedor. La cabina del conductor, es amplia y cómoda. “Lo conseguí yo con un amigo que era dueño de la empresa de buses, lo armó así y me lo dio para lo use”, agrega.
Son hinchas de Racing, Boca y San Lorenzo y la convivencia es sana. Los une la camiseta de la selección que los pone a hablar en modo futbolero luego del empate 2-2 ante Paraguay.
“Arrancamos un primer tiempo muy bueno, y después cambió el equipo totalmente, en el segundo tiempo fue distinto, se perdió mucho el medio” se lamenta Juan Carlos Ocampo. “El Ricky” jubilado y xeneize de siempre, lo respalda. “¿Mascherano jugando de 2? Parece el del Barcelona. ¿A vos te parece Joselo”, recrimina. Y José Luis cierra el análisis. “Pero no te olvides que después lo pone a Biglia cuando ya faltaban 10 minutos para terminar, muy tarde”.
La charla transcurre entre sánduches de asado en la parrilla del “Zorro Viejo” que otro argentino ubicó frente al Estadio La Portada donde el martes el equipo de Gerardo Martino enfrentará a los uruguayos. “No tenemos entradas pero las conseguimos seguro en la reventa. Creí que salían más caras, pero ya está todo charlado”, cuenta Ocampo.
“Si porque quiero ver otra vez a Messi”, avisa Lionel, de 12 años fanático del crack del Barcelona y el más pequeño de la aventura. “Estaba desesperado por venir, nunca lo había visto jugar”, complementa su padre.
¿Qué es lo mejor de un viaje como estos en “motor home”?
“Yo creo que lo más lindo es la aventura porque también se puede hacer en avión, pero lo que más nos gusta es la convivencia, compartir las charlas, parar en cualquier lado, estar cómodos con todas las cosas sin tener que andar pendientes de tiquetes o reservas de hotel. Estamos como queremos”, enfatiza Ricardo, el jubilado.
Seis meses de intensas charlas con sus señoras para poder venir y dejar sus negocios de panadería y pizzas a su cargo, los tienen acá en Chile felices, disfrutando en vivo del sentimiento del fútbol. “Tenemos programado ir hasta Viña del Mar para el último juego con Jamaica. Después veremos que sigue”, dice Juan Carlos.
¿Y qué le dicen a los que no cumplieron y se bajaron del viaje?
Piensan por un segundo, y fieles a la pasión argentina, los cuatro responden con un cántico clásico, bien de tribuna de estadio:
“ Y ya lo ve, y ya lo ve, es para ellos que lo miran, por TV…”