Las gélidas aguas del río Garona a su paso por Vielha sirvieron ayer al mediodía a los jugadores del Espanyol para recuperar la circulación de las piernas y para prevenir la inflamación de las articulaciones. Ni los ocho grados de la corriente les impidieron zambullirse, en una imagen que fue toda una metáfora de la situación real del Espanyol: un río revuelto que es ganancia de compradores. Kiko Casilla es el penúltimo ejemplo de esa tendencia que es fruto de la imperiosa necesidad por ingresar dinero líquido.
Solo unos minutos antes de la incursión en el Garona, el portero y Sergio González protagonizaron la otra fotografía de la jornada: una improvisada reunión de cinco minutos en el párking del Hotel Tryp Vielha, donde se aloja el equipo. Casilla debió de ponerle al corriente de su cercano traspaso al Real Madrid, pendiente durante la jornada de ayer de que se oficializara la marcha de Iker Casillas al Oporto, rota a última hora de la noche pero, según todo hace indicar, independiente de esta operación. El club blanco no pagará los diez millones de euros que le tocarían por contrato (posee la mitad de los derechos del portero perico, cuya cláusula es de 20), pero sí una cantidad que rondaría los siete millones. Y, a cambio, el Espanyol podría asegurarse la cesión de Marco Asensio. Casilla podría abandonar incluso la estadía de Vielha antes de tiempo.
Pero, más allá de lo económico, está lo anímico. El aficionado se puede quedar en días sin Sergio García, Lucas Vázquez ni Casilla, tres de los mejores jugadores del pasado curso, y con un rédito que en los dos primeros casos es de un millón. Y, dado que el club precisa ingresar diez millones para afrontar un pago a Hacienda que vence este mes, puede que no sean los únicos.
Según la prensa inglesa, el Middlesbrough de Aitor Karanka está interesado en Cristhian Stuani, al que tasan en cuatro millones de libras (algo más de cinco millones de euros). Pero ni en ese caso iría a parar el dinero íntegramente al Espanyol: la mitad sería para la Reggina, el club de procedencia del uruguayo, a la que además se le adeudan 1,2 millones.
A todo esto, al director deportivo, Óscar Perarnau, se le multiplica la faena, ya que a la búsqueda de un delantero y un central se puede añadir la de un guardameta, y quién sabe si la de otro ariete.
Y un problema añadido, a falta de conocer los refuerzos que llegarán: con los activos que está perdiendo el primer equipo, más otros que aunque se queden acabarán contrato en un año (Héctor Moreno o Felipe Caicedo), ¿cómo solventará el Espanyol sus pagos a Hacienda de 2016, que son incluso mayores que los de este verano?