Se aprende mucho en un Tour. Nacer Bouhanni nos presentó ayer la Falacia del Jugador, también llamada Falacia de Montecarlo. Diez días después de caerse en el campeonato de Francia (abrasiones varias y contusiones en las costillas), el sprinter francés del Cofidis volvió a rodar por el suelo, otra vez con heridas de consideración. Mientras era conducido en ambulancia al hospital de Arras, Bouhanni debió pensar que no es posible tener tan mala suerte.
Pues se equivoca. Los dados no tienen memoria. Eso nos dice la Falacia del Jugador. No sigan apostando: es falso que las probabilidades de ganar aumenten después de perder muchas veces, y viceversa. Las opciones de que algo suceda no tienen relación alguna con lo que ya ha sucedido. Lo saben los padres de tres niñas, o niños. Lo sabe Bouhanni, que a partir de ahora llevará escrito el teorema en su piel.
El equipo Cofidis también podría publicar una tesis doctoral al respecto. A pesar de su fiel vinculación al ciclismo, nunca se librará del estigma de su mala suerte. En 1996 fichó a Lance Armstrong, poco antes de que le fuera diagnosticado el cáncer; en 1997 canceló el contrato con el texano, que poco después ganó siete Tours. El escándalo posterior ha podido aliviar la frustración del equipo, pero no ha aminorado su infortunio. Rominger fue fichado después de encadenar tres Vueltas y un Giro; como ciclista del Cofidis no ganó una sola carrera por primera vez en once años. Hay otros ejemplos, pero nos ceñiremos al último. El pasado verano el equipo de los créditos por teléfono contrató a su última estrella: Bouhanni.
Resumen - Etapa 5 (Arras Communauté Urbaine...
No está siendo un buen Tour para los franceses, salvo que Barguil opine otra cosa (ojo con el niño). Después de sufrir multitud de desgracias en el pavés, Pinot se vio envuelto en una de las muchas caídas que se registraron camino de Amiens. Esta vez no perdió tiempo, pero su moral debe estar tan maltrecha como el cuerpo de Bouhanni.
Entre los favoritos hubo vigilancia y en el pelotón, nervios. Llovía y las caídas se sucedían. La amenaza estaba tan presente que a 50 kilómetros de meta los ciclistas decidieron tomarse un respiro, a ver si escampaba el mal fario. El entorno tampoco invitaba a la guerra, sino a la paz. La carrera circuló ayer por el mismo paisaje donde se libró la Batalla del Somme (1916): casi dos millones de muertos en cinco meses de combates. Por cierto. Es hora de agradecer al Tour su esfuerzo por vincular historia y deporte, por no olvidar.
Sprint. Sólo la proximidad de la meta animó a los corredores. Etixx (incluido Tony Martin) preparó el terreno para Cavendish, pero el británico tiene dos problemas de consideración. El primero es la ansiedad. El segundo es Greipel. El alemán se impuso con una remontada formidable en los últimos metros y logró su segundo triunfo en esta edición.
Sagan, como es costumbre, ocupó el segundo puesto: ya suma seis en los dos últimos Tours, siete si incluimos la pasada Vuelta. Nadie como él para desmentir la Falacia del Jugador: en ciertas ocasiones, los dados, malditos, sí tienen memoria.