Willibaldo García, boxeador mexicano que enfrentará a Kenshiro Teraji

En el boxeo hay historias que se planean desde la adolescencia y otras que se construyen a golpes de terquedad. La de Willibaldo García pertenece al segundo grupo. Al incómodo. Al que no encaja en los manuales del éxito temprano.

Nacido en Copala, Guerrero, García no debutó joven, ni llegó con reflectores, ni fue niño prodigio. Se subió al ring como profesional hasta los 27 años, cuando muchos ya están pensando en el retiro o en sobrevivir como sparrings. Él llegó tarde, sí, pero llegó con hambre. Y esa hambre no se enseña en ningún gimnasio.

Durante años fue un nombre más en las carteleras modestas. Un boxeador resistente, cumplidor, de esos que sirven para medir a otros. Nadie apostaba demasiado. Nadie se emocionaba. Hasta que decidió no aceptar el papel que le asignaron.

El punto de quiebre llegó con René El Indio Calixto. Primero, un empate en Japón que olió más a conveniencia que a justicia. Willibaldo no se calló. Denunció el robo sin rodeos, sin el discurso políticamente correcto que tanto gusta en el boxeo moderno. Ahí ya se veía algo: carácter del incómodo.

​Meses después, en Zacatecas, la historia cambió. Doce rounds de guerra real. Sin lirismo. Sin boxeo de laboratorio. Golpe por golpe. Voluntad contra voluntad. Y esta vez, la decisión dividida cayó de su lado. Willibaldo García, el que llegó tarde, era campeón mundial supermosca de la FIB.

No es un campeón de frases prefabricadas. Habla como pelea: frontal, presiona, incomoda. Hoy no se esconde al mencionar a Kenshiro Teraji, ni se achica ante el prestigio japonés. Dice que va a noquearlo. Y no suena a bravata: suena a convicción.

El pesaje terminó de confirmar que no hay margen para excusas. García marcó 113.9 libras; Teraji, 114.5. Diferencia mínima en la báscula, contraste enorme en el contexto. El mexicano llegó seco, concentrado, sin teatro. El japonés, dentro del límite, con la calma del que ha vivido grandes noches. Todo quedó listo para The Ring V: Night of the Samurai, este 27 de diciembre, bajo el reflector global de DAZN y Riyadh Season. No hay ventajas ocultas ni coartadas futuras. A partir de aquí, todo se decide donde siempre: en el ring.

Willibaldo no es el boxeador más técnico ni el más elegante. Es algo más difícil de encontrar: uno que cree profundamente en lo que hace. Su estilo es agresivo, constante, casi obstinado. No negocia el ritmo. No sabe especular. Y eso lo vuelve peligroso.

En un deporte cada vez más calculado, García representa otra cosa: la del tipo que llegó sin invitación, se sentó a la mesa a empujones y ahora nadie lo puede quitar. No inspira desde el glamour, sino desde la resistencia.

El cinturón lo convirtió en campeón. Pero fue la vida la que lo entrenó para aguantarlo.

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​FCM