Aseguraba Mikel Merino en la previa que quería marcar para dedicárselo a su gente de Pamplona. De hecho, se comprometió con AS a imitar los cuernos de un toro si lo conseguía. Dicho y hecho: tanto y dedicatoria para sus paisanos. Está por confirmar si en el gol colaboró San Fermín y los miles de pamplonicas que estos días celebran la fiesta en honor a su patrón, pero Merino sólo tardó ocho minutos en adelantar a España frente a Alemania, actual campeona. Toda una declaración de intenciones.
A partir del gol, La Rojita se adueñó del partido y dos tímidos disparos de Sané fueron el balance ofensivo de Alemania en la primera mitad. Asensio ponía la magia en ataque, bien acompañado por un Mayoral que se ofreció siempre y por Pedraza, que asistió en el gol y fue un incordio por la izquierda. En el medio, Merino y Rodrigo barrían todos los intentos de ataque alemán, mientras que Ceballos ponía criterio y último pase. El bético estuvo inmenso durante todo el encuentro.
En la segunda mitad, España acusó el cansancio y los alemanes apretaron en los primeros 25 minutos. Fue un espejismo o quizá una cortesía de sus compañeros con Sivera. El guardameta del Valencia era el único que faltaba por lucirse y lo hizo a lo grande: realizó tres intervenciones de mérito que salvaron a la Selección cuando peor lo pasaba. Del resto se encargó Borja Mayoral, que en el 70’ provocó un penalti, lo transformó con maestría y sentenció el encuentro.
En el tramo final, los alemanes tiraron del orgullo que les caracteriza, pero ya era tarde. Nahuel, en el añadido, puso el broche de oro y cerró el golpe de autoridad de España. 0-3 ante la actual campeona y con la sensación de poder dar más si el partido lo hubiera exigido. Sólo la expulsión de Pedraza en el 89’ empañó un partido casi perfecto de España, que se coloca líder de su grupo. El primer paso está dado.