Si algo distingue a Vincenzo Nibali es su estilo ofensivo y su inconformismo. En 2014, dejó su triunfo en el Tour encarrilado en la jornada del pavés. En esta ocasión, lo intentó junto a sus compañeros del Astana en cada tramo, pero no consiguió abrir diferencias. ¿Y qué cambió de un año para otro? El italiano no lo duda: “La lluvia hizo la carrera mucho más difícil y peligrosa en la pasada edición. Se pudo arriesgar más y logramos una ventaja inmejorable gracias a la dedicación de Fuglsang o Westra. Nada se planificó distinto, simplemente la climatología nos dio la espalda”.
Y así fue. Astana lanzó por delante a Westra, escapado, apretó con Lars Boom, con Fuglsang y con el propio Nibali… sin resultado: “En el último tramo de adoquín, que picaba un poco hacia arriba, probé a romper el grupo para que alguien se descolgara. Al final, Contador enlazó y los favoritos estuvimos juntos. Las aceleraciones sólo nos ponían en fila”. El Tiburón recibió el premio de combativo del día, escaso botín. Por eso, lanzó un aviso: “A nivel físico me siento francamente bien. Debo recuperar un poco de tiempo. Por tanto, lo intentaré cada vez que se me presente la ocasión. Hay que ser valiente”.