Luego de 120 minutos de dura lucha, Chile y Argentina no lograron desnivelar el marcador. Wilmar Roldan, el árbitro colombiano de la gran final de la Copa América, decretó el final del partido y todo debió definirse desde los 12 pasos.
Claudio Bravo fue al sorteo, lo ganó y distinto a lo que ocurrió en el Mundial de Brasil, el capitán decidió que la Roja comenzara pateando.
El primero en tomar la responsabilidad fue Matías Fernández. El volante de la Fiorentina no defraudó y con un potente y esquinado remate de derecha puso el 1-0 para Chile.
Al frente, Lionel Messi abrió los fuegos para la albiceleste. El ídolo trasandino remató ajustado y aunque Claudio Bravo adivinó el lado, nada pudo hacer. A la postre, sería el único penal convertido por el vicecampeón del último Mundial.
Para la Roja fue el turno de Arturo Vidal. El mismo que en la fase grupal había convertido dos veces desde los 11 metros. Esta vez, ‘Celia’ optó por lanzar su tiro al lado derecho del portero y aunque Sergio Romero la tocó, la pelota finalmente se fue al fondo de la red.
Turno de Argentina. Gonzalo Higuaín, uno acostumbrado a estas instancias, tomó la responsabilidad. Ya en la caminata parecía algo tenso. Y se notó, porque su remate casi llegó a la galería sur.
Con la ventaja, un especialista chileno caminó desde el círculo central hasta el lugar de la definición. Era el turno de Charles Aránguiz, de quien casi no se tiene recuerdos de penales fallados. Esta vez, como casi siempre, la historia no fue distinta y la pelota se coló en el arco argentino con un remate seco. Imparable.
Con la presión de descontar llegó el turno de Ever Banega. El volante de la selección argentina caminó dubitativo. Bravo le había dicho a sus compañeros que los trasandinos fallarían dos remates. Ya iba uno. Y el capitán, como queriendo inscribir su nombre en el capítulo final, adivinó el lado y mantuvo la diferencia para la Roja.
Así llegó el turno de Alexis Sánchez, el delantero chileno que prometía hacer una gran Copa América pero que sólo tuvo chispazos. Si lo hacía, la Roja se alzaba con el título. El Niño Maravilla no lo dudó: Esperó el pitazo del árbitro y con sutileza le ‘picó’ la pelota a un lanzado Romero. Gol, festejo y título inédito para Chile.