Los restos mortales de Eusébio, uno de los futbolistas más destacados de la historia de Portugal, descansan ya en el Panteón Nacional luso, una honra reservada únicamente a las personalidades más importantes del país.
Las principales autoridades lusas, numerosas figuras ligadas el Benfica -el club donde Eusébio militó durante 15 años- y centenares de aficionados dieron hoy el último adiós al "Pantera Negra", como era apodado en su época como futbolista.
El ataúd de madera que guardaba sus restos mortales, cubierto con una bandera de Portugal, recorrió las calles de Lisboa a bordo de un vehículo del que tiraban cuatro caballos blancos hasta llegar al Panteón, donde aguardaban las autoridades.
El presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva, comenzó su discurso señalando que Eusébio fue "un gran portugués" y subrayó la popularidad de la que gozaba entre toda la población lusa.
"Fue amado genuinamente por el pueblo portugués, por un país entero", dijo tras destacar la simplicidad y humildad de "una de las personalidades más cautivadoras" que conoció durante su vida.
También intervino en la ceremonia la presidenta de la Asamblea de la República, Assunçao Esteves, que reiteró el papel que tuvo el futbolista para dar a conocer Portugal en el resto del mundo.
"No es sólo un futbolista intemporal, es también un hombre intemporal. Y aun así le oímos decir: yo no soy mejor que nadie", expresó.
Las intervenciones de Cavaco y Esteves dieron paso al traslado del ataúd al interior del edificio, poniendo fin a una ceremonia que se desarrolló a lo largo de toda la tarde.
El cortejo fúnebre partió del cementerio de Lumiar en torno a las 15.30 (hora local) en dirección al Seminario de la Luz, donde se organizó una misa privada.
Después continuó su recorrido por las calles de Lisboa, siendo recibido en el Estadio de la Luz por cerca de doscientos aficionados encarnados que corearon su nombre y entonaron el himno del Benfica.
La comitiva siguió su camino rodeando la gran bandera de Portugal situada en el Parque Eduardo VII y pasando junto a la sede de la Federación Portuguesa de Fútbol (FPF) y la Asamblea de la República, hasta llegar al Panteón Nacional pasadas las 19 horas.
Allí fue recibido por una de las voces más representativas de Portugal, Dulce Pontes, quien cantó el himno nacional a su llegada.
Su excompañero de equipo y de selección António Simoes fue el encargado de pronunciar un emotivo elogio fúnebre en el que subrayó que Eusébio fue "el mayor deportista portugués de todos los tiempos".
La tumba de Eusébio reposa ahora en la misma sala en la que se encuentran las del escritor Aquilino Ribeiro, la poetisa Sophia de Mello Breyner y el general Humberto Delgado, importante opositor al régimen salazarista.
Eusébio da Silva Ferreira nació en Mozambique en 1942, cuando el país africano todavía era una colonia portuguesa, y murió el 5 de enero de 2014 a los 71 años a causa de una parada cardiorrespiratoria.
El futbolista representó al Benfica durante quince años (1960-1975) y marcó con el club lisboeta 467 goles en 436 partidos, ganó once Ligas, cinco Copas de Portugal y una Copa de Europa.
Fue elegido mejor jugador del mundo en 1965 y conquistó dos botas de oro, en las temporadas 1967/68 y 1972/73.
Con la selección portuguesa, participó en 68 encuentros, anotó 41 tantos y se le recuerda por liderar al equipo nacional que logró el mejor resultado de su historia, el tercer puesto en el Mundial de Inglaterra de 1966.