Está claro que la MLB está experimentando cambios muy significativos a lo largo de los últimos años, especialmente con la llegada y el asentamiento de las sabermetrics, ese nombre tan pegadizo que alude a ese análisis empírico de datos obtenido por complicados procesos informáticos y cuyo padre es el gurú Bill James.
Es evidente que el béisbol ha alcanzado una complejidad mucho mayor que en otras épocas y eso nos proporciona un deporte mucho más evolucionado y maduro a la vez que difícil ya que en ocasiones parece obligatorio tener un doctorado por el MIT para comprender ciertos aspectos del mismo.
Sobre si el debate vieja escuela contra nueva escuela, personificados en el entrenador de Los Ángeles Angels Mike Scioscia y el ex general manager del equipo Jerry Dipoto respectivamente, es la causa del circo que se ha montado en el equipo queda casi para los libros de historia.
Hay que comprender primero que Scioscia, técnico del club desde el año 2000 y ganador de las Series Mundiales en 2002, es considerado uno de los hombres con más poder dentro del deporte amén de ser uno de los mejores del circuito, con dos premios al mejor entrenador del año en 2002 y 2009 y seis títulos de división en su haber.
Sin embargo, parece obvio que el propietario del club, Arturo Moreno, decidió que quería una personalidad más fuerte que el bizcochable Tony Reagins y que éste ejerciera de contrapeso al todopoderoso Mike Scioscia. El elegido fue el ex jugador Jerry Dipoto que venía con una experiencia de poco más de año y medio con los Arizona Diamondbacks.
Nadie puede negar que Dipoto mejoró la cantera de inmediato y que trajo una perspectiva distinta al régimen anterior. No obstante, con el paso del tiempo se convirtió en una presencia incómoda para Scioscia, especialmente cuando decidió prescindir del entrenador de bateadores Mickey Hatcher, hombre de total confianza del técnico del equipo.
En un estado de guerra casi total entre ambas partes, el propietario decidió imponer la paz casi de cualquier manera y les obligó a entenderse. Esa situación, como es comprensible, tenía fecha de caducidad y todo ha saltado por los aires durante el transcurso de esta semana.
Según se pudo saber, el choque de trenes se ha ido fraguando en las últimas jornadas y tuvo su punto álgido en una reunión que tenía como participantes tanto a Scioscia como Dipoto e incluso a los propios jugadores. Acusaciones, silencios fueron algunos de los componentes que demostraron que Dipoto había perdido no sólo el vestuario (si es que alguna vez lo tuvo) sino también el pulso con Scioscia.
El ya dimitido (o ayudado a dimitir) GM podía haber tenido una existencia más tranquila y sosegada pero… ¿Enfrentarse en la gestión del día a día con alguien al que no has elegido y que lleva en el cargo desde hace tanto tiempo que los dinosaurios todavía dominaban en la Tierra? Todo ello tenía los ingredientes del clásico salto sin red de seguridad.
Se desconoce lo que va a ocurrir de aquí en adelante con los Angels, si el equipo va a estar mejor o no ahora que Bill Stoneman vuelve al equipo tras estar alejado del negocio desde hace más de un lustro. Parece mal momento cuando ya se otea en el horizonte el famoso trading deadline del 31 de julio, la fecha mágica para los refuerzos de cara a conseguir el paso a los playoffs.
Una cosa es cierta y es que Scioscia sale reforzado y mucho de esta situación. Veremos si eso es lo que más le conviene al club. El tiempo dictará sentencia.