En un mundo normal, el cubano José Fernández de los Miami Marlins se encuentra en el panteón de los mejores pitchers de las Grandes Ligas. Desafortunadamente, la realidad puede llegar a ser muy distinta por diversos factores y son los que entraron en liza el pasado 9 de mayo de 2014 cuando el lanzador sufrió una grave lesión en su codo derecho que ponía en stand-by su estatus como una de las grandes figuras de la competición.
Fernández irrumpió en escena en la temporada 2013, campaña en la que nos sorprendió a todos por su aplomo con únicamente 20 años de edad además de una potencia descomunal desde el montículo. Si a todo esto le unimos un carisma digna de una estrella de rock, tenemos una combinación casi perfecta para todos los aficionados al deporte y especialmente para los hispanohablantes que teníamos a una figura más a la que seguir con especial atención.
José fue capaz de finalizar aquel año con unos guarismos impresionantes. Su récord fue de 12-6, con una efectividad de 2.19 en sus 28 partidos como titular, con 187 strikeouts en 172.2 entradas. Más impresionante si cabe fue el hecho de que nadie, absolutamente nadie fue capaz de limitar la capacidad bateadora de sus adversarios como el cubano. En una liga en la que militan pesos pesados como Kershaw, Wainwright o Harvey, Fernández fue el que convirtió a sus rivales en meros juguetes, haciendo que sólo promediaran un .182 contra él.
No es de extrañar que las puertas del paraíso se abrieran para el joven lanzador de Miami. Fue elegido como el mejor novato de la Liga Nacional y tercero en la votación del Cy Young, premio que se otorga al pitcher más destacado de cada liga. El futuro era esplendoroso para él y para los Marlins que veían a José y a Giancarlo Stanton como los estandartes que algún día llevarían un triunfo de las Series Mundiales al estado de Florida.
Sin embargo, todos estos sueños de fortuna y gloria se truncaron aquel fatídico 9 de mayo de 2014. Tras uno de sus peores encuentros como profesional, Fernández sabía que algo no iba bien y esas sospechas se confirmaron no mucho después. Los Marlins anunciaban que el cubano tenía que someterse a una cirugía reconstructiva en su codo derecho, más conocida en el mundo del béisbol como “cirugía Tommy John”.
Gracias a los adelantos en medicina, el porcentaje de éxito de dicha operación supera el 80% pero siempre queda un margen no pequeño que puede truncar carreras deportivas incluso antes de que empiecen. Afortunadamente, José estaba entre ese 80% de éxitos y tras un largo período de recuperación, se volvía a subir a un montículo en las Grandes Ligas apenas 419 días después.
Su debut en 2015 llegaba en un choque que les enfrentaba a los vigentes campeones del mundo, los San Francisco Giants, que también recuperaban a un jugador muy importante para ellos en Matt Cain, ausente durante las últimas 51 semanas y que pasó al ostracismo ese día por la actuación de su rival.
Preso de las emociones por todo el trabajo realizado hasta llegar a ese partido y con la adrenalina que casi le salía por las orejas, José Fernández se estrenaba ante su público atenazado por las expectativas.
Su inicio fue algo dubitativo pero la velocidad en su bola rápida era tan buena como antes de la lesión. Esos lógicos nervios iniciales que le vieron conceder dos carreras en la primera entrada dieron paso a un Fernández más asentado en la loma. Según fue avanzando el partido, José se encontró a si mismo con lanzamientos de hasta 99 millas por hora que combinados con lanzamientos con efecto, nos hacen soñar con las gloriosas actuaciones que están por venir.
Si todo lo anterior no fuese suficiente y en una noche perfecta en Little Havana, hasta los deseos de la propia abuela del ahora joven de 22 años se veían cumplidos. Aprovechando un regalo de 91 millas por hora de Cain justo en el corazón de la zona de strike, José lograba el segundo home run de su carrera deportiva. El público del Marlins Park enloquecía.
Se podría decir que su actuación final no fue especialmente brillante, tres carreras concedidas en seis entradas, pero no deja de ser una actuación de calidad y lo más importante fue su impecable control, ni una sola base por bolas en todo el choque, magnífico dato para alguien que acaba de salir de una lesión tan grave.
Lo que está claro es que los aficionados de la MLB podemos estar de enhorabuena y es que una de sus superestrellas más rutilantes está de vuelta. Ahora sólo nos queda cerrar los ojos e imaginarnos lo que nos va a ofrecer José Fernández de aquí en adelante.