La NFL tiene un notable historial de soltar las noticias que le incomodan en el momento más oportuno para ellos. Hay un chiste recurrente entre los periodistas norteamericanos que dice que los viernes pasado el mediodía, cuando ya tienen un pie en el coche y la mochila en el maletero para irse de fin de semana, tienen que comprobar una última vez todo lo relacionado con la liga porque es muy probable que hayan decidido soltar alguna bomba informativa. El objetivo es, por supuesto, hacer que el impacto de estas noticias negativas sea el menor posible, con la gente ya ajena al runrun diario.
Ayer la NFL anunció sanciones a cuatro jugadores relevantes en la competición en uno de los momentos de menor atención informativa que uno pueda imaginar en Estados Unidos: la víspera del puente del 4 de julio. Es como si la LFP usase la tarde-noche del miércoles de Semana Santa para decir algo: no iba a escucharles nadie.
Rolando McClain, linebacker de los Dallas Cowboys; Antonio Gates, tight end de los San Diego Chargers; Sheldon Richardson, defensive end de los New York Jets. Todos ellos cumplirán cuatro partidos de sanción. Como guinda, Datone Jones, defensive end de los Green Bay Packers, cumplirá castigo en el primer partido de la temporada.
McClain es esencial para la defensa de Dallas. Hay que recordar que su compañero Greg Hardy no va a estar en los diez primeros partidos de la temporada, al menos hasta que el proceso de apelación (cerca de 40 días ya esperando la resolución...) diga lo contrario, y que la unidad está cogida con pinzas. Su presencia es vital porque los Cowboys no van a tener la capacidad de controlar el balón en ataque como el año pasado con DeMarco Murray.
La baja de Gates también tiene que hacer llorar a los Chargers, porque mientras el tight end esté en el campo Phillip Rivers tendrá un ojo puesto en él como válvula de escape continua.
El mejor jugador de los sancionados es Richardson, una absoluta maravilla que forma parte de la línea defensiva de los Jets, uno de os grupos más espectaculares de toda la NFL, hablemos de la posición que hablemos. Su ausencia, además, obligará a usar al rookie Leonard Williams antes y más habitualmente de lo que Todd Bowles, entrenador de Nueva York, querría.
Lo de Jones es más liviano porque un partido, a fin de cuentas, es fácil que se lo pierda cualquiera en esta liga y los Packers no lo notarán en exceso en el medio plazo.
Los cuatro han sido reprendidos por uso de sustancias prohibidas. Marihuana, la sospechosa habitual. Es significativo que sigan cayendo una y otra vez en el mismo error. Porque la liga sólo te impone cuatro partidos cuando eres un culpable reiterado. Y, además, con la enorme laxitud con la que la NFL afronta los controles de sustancias, se puede asegurar que sólo te pillan si eres muy, pero muy, descuidado. De hecho, se estima que más del 75% de la liga consume marihuana, entre otras cosas, y los cazados siempre son los menos. En resumen: hay que ser muy pasota, o muy tonto, para caer en esta casilla trampa.
Con un factor de riesgo añadido, y es que a partir de ahora sí que van a estar controlados de verdad y la siguiente sanción ya es de 10 partidos, precediendo a la de toda una temporada. Eso es lo que debe volver locos a los equipos, porque si han sido tan torpes de dejarse pillar en un sistema diseñado para no cazar a nadie, ¿qué no les pasará estando vigilados?
Los americanos se van de puente. La NBA está en plena locura de la agencia libre. La MLB se aproxima al All Star y los aficionados están haciendo campaña por sus jugadores favoritos. El equipo femenino de fútbol jugará la final del mundial. Mira tú que casualidad que es en este contexto cuando a la NFL se le han acumulado, a la vez y por casualidad, cuatro sanciones por uso de sustancias prohibidas. El destino, amigos, el destino se las sabe todas.