El verde y extenso parque Lepelenburg, situado entre los canales del centro de Utrecht, ejerció como marco para la presentación de los equipos del Tour de 2015. La ciudad neerlandesa, de unos 340.000 habitantes, se ha teñido de amarillo y se ha volcado con la carrera. Conocida es la afición por las bicis en los Países Bajos, pero el gancho del Tour la ha multiplicado. Carriles amarillos, aparcamientos amarillos, usuarios con maillots amarillos… la fiebre de la ronda gala desatada.
Los corredores accedieron con barcas al escenario. Ahí descubrimos los nuevos maillots de camuflaje del Tinkoff-Saxo de Contador, o el jersey de campeón de España de Valverde. Jan van Zanen, el orgulloso alcalde de Utrecht, disfrutó del “excepcional ambiente” e incluso apuntó más allá: “Quién sabe si en el futuro pediremos la organización del Grand Depart de la Vuelta. Así nos convertiríamos en la primera localidad en acoger salidas en las tres grandes (ya albergaron al Giro en 2010)”.
Ajeno a la fiesta, el sindicato policial se podría desmarcar el domingo con un boicot a la prueba. El ministro de Justicia y Seguridad, Ard van der Steur, y el regidor de Rotterdam, Ahmed Aboutaleb, solicitaron ante los tribunales que se evite una protesta en el puente Erasmus, lugar de paso en la segunda jornada. Los policías querían establecer controles aleatorios para frenar al pelotón. De momento, parece que se ha detenido la amenaza.