—¿Por qué se fue de la Federación Española?
—Fui vicepresidente tres años, aunque el último ya estaba bajándome del autobús. De repente, en septiembre de 2011 se cambió la adjudicación de la semifinal España-Francia de Davis de Santiago a Córdoba. Pasaron cosas de índole político. Y en la plaza de toros desaparecieron un montón de entradas del tercer anillo… Llamé al jefe de administración de la RFET, y me dijo que el presidente había dado órdenes de llevarlo todo él personalmente. Decidí dimitir el 16 de noviembre de 2011. No me parecía lógico ni aceptable que las cuentas de la Davis las tutelara solo Escañuela.
—¿Cómo eran los viajes en la época que usted vivió? Porque en 2012, solo el presidente gastó 65.583 euros, según declaró, en este concepto.
—Escañuela tiene muchos asesores. Pero una cosa es que te acompañe uno y otra 27. Y en su forma de proceder está llevar al lado a una pléyade de gente, un cortejo amplio y costoso.
—¿Y esos asesores cobraban de la Federación?
—Algunos sí. Había por ejemplo un asesor jurídico que no utilicé nunca, un tal señor Luque, de Sevilla (Pablo Fernández-Luque), que cobraba facturas de forma intermitente. Lo que Escañuela llamaba una ‘relación personal’.
—¿Se gastaba mucho en cosas, diríamos, superfluas?
—Cuando uno es presidente, puede ser generoso si la caja está llena. Y los gastos de los viajes no eran los de una federación austera. No solo los viajes. Le pongo por ejemplo alguna factura demasiado alta del catering VIP en Davis. En la final de Sevilla, en 2011, se pagaron 600.000 euros ¡cien millones de pesetas en un fin de semana! En Marbella, 360.000. Es para escandalizarse.
—Hablaba antes de entradas de la Davis. ¿Qué ha pasado?
—Es verdad que todos los presidentes han tenido un montón de entradas a su discrecionalidad, pero cuando dejas de ser amigo, te niega, por ejemplo, tres entradas para compromisos de tu territorial. Ese ha sido un pecado suyo, utilizar maniqueamente esas prebendas. Puenteando. Se lo hizo al presidente de la Madrileña, a mí... Pedro Muñoz ese pecado no lo cometió.
—Se entregaron 300.000 euros prácticamente a fondo perdido a la Universidad Pablo Olavide para el Observatorio y no hubo ningún control sobre ellos…
—Le dije que para qué lo necesitábamos, que cuál iba a ser su función. Cuando se creó, Escañuela llegó con el contrato hecho y lo firmó. Me dejó sorprendido. No eran 3.000 euros, sino 300.000 sin existir proyecto. Nunca había visto algo así. Lo normal es plantearlo en una Junta, hacer un fraccionamiento… Hay una falta de correlación entre el coste y el servicio. Me fui sin justificar los 300.000 euros del Observatorio y los primeros 200.000 que se le dieron a la Fundación. Me dijeron que no había nada que rascar, que la Fundación tenía sus patronos. El presidente lo copaba todo con su autoridad.
—¿Cree que se manipularon las elecciones de 2012?
—Ahora se dice que se cambiaron los censos reales. ¿Cómo puede ser que Madrid, con muchísimas más licencias que Andalucía, tuviera 12 puestos en la Asamblea por 20 de esta? Hay que depurar este asunto. Si los censos se manipularon, todo el proceso está deslegitimado.
—¿Qué le parece el tema de Gala León?
—Que no hay machismo. Solo que Gala no ha marcado las pautas que hay que seguir para formar un equipo. Y Escañuela, que es muy hábil, ha conseguido derivar el debate hacia el machismo. Una cortina de humo.