En Tokio 1964, Juan Fabila obtuvo la medalla de bronce y fue la única que logró nuestro país en esa justa olímpica. Fabila festejó ese bronce como si hubiera sido de oro, ya que para asegurar el podio venció al campeón olímpico y que incluso sus compañeros de equipo creían que no le iba a ganar.
“Nadie creía en mí. Ese día, el 18 de octubre, mis compañeros de equipo ni siquiera se tomaron la molestia de ir a la arena a pesar de que yo siempre fui a cada una de sus peleas, sin importar que me tocara descansar. Creí que era muy importante que todos sintiéramos el apoyo de todos”, dijo Fabila.
Fabila debutó en la arena Korakuen el 11 de octubre de 1964. En su primera pelea venció por puntos al iraní Sadek Aliakbar Wadenkhoi. Y mientras se desmoronaba el resto del equipo mexicano de boxeo, él seguía acumulando victorias. Juan después eliminó a Pak Chaw de Hong Kong, una victoria que lo colocó en la antesala de la medalla olímpica.
Tras ese triunfo el pesimismo de sus compañeros surgió alrededor de él luego de que se enteraron que enfrentaría al soviético Oleg Grygoriev, el actual campeón olímpico, y le mencionaron que mejor se fuera olvidando de la medalla.
Sin importarle el pesimismo de sus compañeros, Fabila salió al ring a buscar esa presea anhelada, y finalmente lo logró tras vencer al soviético, luego de que los jueces decidieron darle el triunfo por 4-1 al mexicano.
“Creí morir de gusto. Ya estaba ganada una medalla para México. Había vencido nada menos que al campeón olímpico. Había ofrecido una buena pelea y el público me aplaudía. Pero nadie me felicitó en la arena. Yo salí brincando de puro gusto. En la Villa Olímpica ni siquiera tomé la acostumbrada bicicleta -porque nuestro edificio quedaba muy lejos de la entrada-, sino que me fui corriendo y cuando mis compañeros me abrieron la puerta comencé a gritar: "¡le gané al ruso, le gané al ruso!". Ni siquiera me hicieron caso; siguieron jugando a las cartas. Tomé mis cosas y me salí. Empecé a caminar y a decirme: te lo mereces, esto te pasa por loco, la culpa es tuya”, mencionó.
Tras asegurar el bronce, ahora si el entrenador nacional creyó en él y pensó que podía llegar a la final, sin embargo, en la semifinal cayó contra un coreano, y las críticas hacia Juan no se hicieron esperar.
“Nadie me felicitó cuando gané la medalla; a cambio, todo mundo me recriminó cuando perdí ante el coreano. Quise hacerles entender que yo era un muchacho de 20 años que lo había dado todo de sí, con aciertos y con errores, por representar dignamente a su país; que había ganado una medalla y que no obstante el mundo se te venía encima, se frustraban sus ilusiones y que no era posible que hubiera tenido adversarios más fuertes fuera del ring, en su propia esquina, en su propia habitación, que dentro del cuadrilátero”, indicó.
FCM