El 19 de enero último, horas después de su boda, Daniel Marcos tomó un avión rumbo a Florida, en los Estados Unidos. Viajó solo: sin Katia Ponce, su pareja desde hace casi seis años, ni Abdiel y Lucas, sus hijos de 2 y 7 años de edad. A más de 4.000 kilómetros de casa, Marcos se dedicó a entrenar día y noche, mientras esperaba la oportunidad con la que muchos peleadores como él sueñan, pero muy pocos consiguen: llegar a UFC, la empresa de artes marciales mixtas (MMA) más importante del mundo.
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