Resulta sorprendente para muchos que esta generación de futbolistas peruanos, que ha llegado a dos semifinales de Copa América consecutivas, no consiga clasificar a un mundial. Los jugadores que disputan las eliminatorias son básicamente los mismos que lo hacen en la copa, e incluso en las clasificatorias no llegan tras una larga temporada, como sí sucede con estos torneos cortos.
Las explicaciones son varias. En primer lugar, lo que más le ha costado a la selección peruana desde que las clasificatorias al mundial tienen el modelo de todos contra todos es encontrar regularidad. En junio del 2013, Perú ganó dos partidos seguidos en eliminatorias después de 16 años, cuando venció a Venezuela y Uruguay en el camino a Francia 98. Las víctimas fueron Chile y Ecuador, ambos en Lima. Lo cual habla de lo irregular que ha sido esta selección, ya que no consigue consolidar el nivel de un partido a otro.
En torneos largos, es elemental que los equipos aprovechen enviones anímicos y consigan seis o cuatro puntos en dos fechas. Ganar en casa, primero, y perder de visita, luego –o viceversa-, se ha vuelto el pan de cada día para la selección bicolor. Sin regularidad es difícil también mantener el ánimo. Se ha vuelto una suerte de vicio de los peruanos, que saben casi con certeza que no podrán encadenar dos victorias seguidas.
Otra razón por la que el Perú mira los mundiales por televisión es simplemente que las eliminatorias sudamericanas son extremadamente difíciles. Ganarle a Argentina, Brasil, Colombia, Uruguay y Chile, de local o de visitante, es muy difícil. Y lo sería también para cualquier selección del mundo. Y luego están los temas de las durísimas localías de Ecuador y Bolivia, en Quito y La Paz respectivamente, donde no sobra el oxígeno y sí la presión del público local. Recordemos que hace poco Argentina encajó seis goles en La Paz, y que Ecuador generalmente tiene alrededor de 90% de éxitos en casa. Esto, sumado a las debilidades peruanas, es un factor que explica que el Perú sufra tanto en estos torneos largos.
Por último, está claro que la selección peruana no puede jactarse de tener planteles amplios y muchos jugadores seleccionables por línea. Cuando se lesionan o son suspendidos un par de futbolistas –como pasó ayer con Bolivia- sus reemplazantes generalmente están a un nivel muy por debajo de los titulares. Y en procesos que duran más de dos años –como lo son las eliminatorias- las bajas siempre se producen y quedan enormes vacíos de calidad que se pagan con derrotas. Es por esto que los torneos cortos, como la Copa América, le sientan mejor al Perú, que ahí sí mantiene el ánimo en alto tras dos buenos resultados, que aprovecha las rachas goleadoras de sus buenos delanteros, y que no extraña jugar de visita en los complicados campos sudamericanos, ni de local frente a su exageradamente exigente público.
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