El Real Madrid, después de hacer noche en Barcelona, llegó a Madrid en el AVE y puso rumbo al estadio Santiago Bernabéu. Desde allí partió la expedición blanca que celebró por las instituciones de la ciudad la consecución de un título de Liga Endesa que remata un año para la historia en el que los de Pablo Laso se han llevado los cuatro títulos en juego: Supercopa, Copa, Euroliga y Liga. Al contrario que en anteriores ocasiones, el equipo acudió en primer lugar al Ayuntamiento (el joven Luka Doncic portaba la Copa con orgullo a la vez que recibía las atenciones de Bourousis) para acto seguido visitar la sede de la Comunidad de Madrid en la Puerta del Sol, donde han sido recibidos por las recién nombradas alcaldesa, Manuela Carmena, y presidenta de la Comunidad, Cristina Cifuentes.
Carmena ha dado las gracias al equipo por su esfuerzo de toda la temporada: "Gracias a los campeones, lo que habéis hecho es algo extraordinario". Antes, el presidente, Florentino Pérez, también felicitó a la plantilla ganadora de un insuperable poker: "Es un honor y un orgullo estar junto a esta nueva corporación municipal. Esta Liga demuestra el gran equipo que tiene el Real Madrid". "Quisiera agradecer a este equipo y a su entrenador Pablo Laso toda la alegría que habéis dado a los madridistas", comentaba mientras el claxon de un coche irrumpía desde la calle su discurso. Por como sonó, se entendió que era la manera elegida por el conductor o conductora de felicitar a los campeones.
Tras los parlamentos llegó el turno para que el capitán Felipe Reyes le entregara a la alcaldesa dos camisetas: una de juego con su nombre y el número uno a la espalda, otra conmemorativa por la 32ª Liga blanca y firmada por todos los jugadores. De ahí, tocaba salir pitando. Más seguidores y autoridades aguardaban en la Real Casa de Correos. Aunque antes, un aclamado Sergio Llull volvía a no soltar ni prenda sobre su posible marcha a la NBA para enrolarse en los Houston Rockets. ("Sergio quédate" la acabarían cantando en la Puerta del Sol). "No he tomado todavía ninguna decisión sobre la NBA. Estoy feliz aquí y tengo contrato. Ahora lo que quiero es disfrutar junto a mis compañeros de lo que hemos logrado en este año histórico", explicaba.
De vuelta al autocar, la expedición se dirigió a la sede de la Comunidad. Allí, Cristina Cifuentes confesaba su madridismo y no lo dudó a la hora de enfundarse la camiseta con la que los chicos de Laso la obsequiaron. Sólo faltaba la guinda, saludar a la afición desde el balcón. "Aquí estamos con la última Copa del año, la cuarta. ¿No está nada mal, no?", preguntaba Felipe Reyes quien le cedió el testigo al MVP de la final, Llull. Aunque el verdadero protagonista volvió a ser Marcus Slaughter: "Muchas gracias, ha sido una temporada histórica. ¡Hala Madrid, hala Madrid, hala Madrid!". Pero el himno no sonaba ("the song, the song", comentaba preocupado). Un fallo técnico que pronto se corrigió. El himno atronó por megafonía y el pívot comenzó a bailarlo como si en una pista de baile estuviera. Así concluyó una jornada de feclicidad plena para los seguidores blancos. Para un equipo irrepetible.