Mireia Belmonte y su entrenador, Fred Vergnoux, desglosaron al detalle su trabajo de preparación, durante los Cursos del CSD en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en Santander. Las Jornadas analizan “el éxito del deporte español”. Y en ese éxito, el nombre de Mireia se escribe con letras mayúsculas. “La diferencia entre ella y el resto de nadadores españoles, es que ella está dispuesta a trabajar más, nada más. Hace lo que tiene que hacer”, dijo el técnico francés.
Mireia prepara actualmente los Mundiales de Kazán, en cuyo camino ha tenido un imprevisto que ha retrasado su puesta a punto. “Nunca había tenido lesiones y este año sufrió dos en un mismo día. Con la motivación ha superado un momento bastante difícil. Cuando ocurrió, tuvimos que cambiar de plan, poco a poco… Y ahora estamos al 86% de lo que tendríamos que estar. Con esto va a tener que competir”, apuntó Vergnoux.
El Mundial, además de un objetivo en sí mismo, también es un trampolín hacia su gran reto: Río de Janeiro 2016. “Siempre se dice que el Mundial te da muchos datos para los Juegos, pero también sale mucha gente que no puedes controlar, nadadoras prácticamente niñas…”, comentó Mireia. “Hay que hacer un Mundial bien, saber dónde estamos, luego hacer las clasificaciones olímpicas, las mínimas, elegir qué pruebas nado en Río… Y una vez allí, el objetivo es ir a por todo. Para esto trabajamos”. Su entrenador incide en esa idea: ““Mi sueño es que Mireia gane el oro olímpico, que sea la primera campeona cien por cien producto español”.
Vergnoux tiene incluso medida estadísticamente la influencia del Mundial en los resultados de los Juegos: “En un Mundial, la gente que gane medalla tiene un 87% de posibilidades de colgarse una medalla en Río. En Londres 2012, sin embargo, Mireia estaba en el 13% que no ganaba y sí la obtuvo después. Hay que centrar la preparación para llegar al nivel más alto posible, para estar en la final, que es donde se juegan muchas cosas. Yo siempre le digo: ‘Mireia, a Río tienes que llegar a un nivel más alto que las otras”.
Para conquistar esos éxitos, Mireia Belmonte se somete a un trabajo exhaustivo: madrugones diarios para empezar a trabajar a las 6:30, campos de concentraciones en altura, noches en una tienda de hipoxia, 4.354 kilómetros en dos macrociclos de 33 y 17 semanas de trabajo, el control de la nutrición… “Si queréis saber cómo se sufre en Sierra Nevada, venid un mes y hacerlo”, retó Mireia en broma a los asistentes.
Vergnoux es “el otro yo de Mireia”, como le definió Ana Muñoz, directora del CSD y de los Cursos. “Oficialmente es entrenador, pero es mucho más: es mi psicólogo, mi familia, mi taxista, es de todo… El hombre completo. Por eso luchamos después de Londres para que no se rompiera el binomio. Y ha salido bien”, apuntó la badalonesa.
El técnico francés cuida cada detalle de la preparación de su pupila. Con exigencia: “No me gusta, por ejemplo, que Mireia esté ahora mismo con tacones en esta sala, que haya bajado de Sierra Nevada. Molesta su preparación. Soy duro, pero no hay otra opción. Su competencia no está ahora hablando con la prensa, sino entrenando”.
La gran capacidad de trabajo de Mireia marca la diferencia. Pero hay algo más, como ella misma explica: “Puedes estar muy fuerte, pero al final es la cabeza lo que te hace empujar o rendirte. Hay cosas que no puedes controlar y tienes que mantener la sangre fría y seguir el plan para el que has trabajado. He sabido salir de mi zona de confort, ahí sabes dónde están los límites y dónde puedes llegar”.