El controvertido final de TLC logró motivar a los televidentes a sintonizar la emisión de esta semana de Monday Night Raw. La historia de un Roman Reigns que había visto cómo su carrera había sido sistemáticamente destruida por Triple H fue de profunda carga emocional. Todo un año de frustraciones de Reigns fue ametrallado en forma de golpes sobre su jefe, lo que despertó de inmediato la empatía en un público que se había pasado la noche abucheándolo.
Cuál sería el destino de Roman Reigns era ya un buen gancho para ver Raw, pero para asegurarse, WWE envió un anuncio de última hora la tarde del lunes, a través de sus listas de correo y subscriptores de servicios, anunciando la presencia de Vince McMahon.
Con esto, la primera hora de Raw superó los cuatro millones de teleespectadores, y se mantuvo en un buen nivel por el resto de un episodio donde los mismos luchadores se veían más motivados. El público en la arena también estuvo contento, en especial por haber recibido como regalo un encuentro estilo ECW, algo tan de Philadelphia como los emparedados de bistec con queso.
Por hora, los números de audiencia fueron:
- 4,043,000
- 3,786,000
- 3,825,000
- Promedio: 3,884,667
El promedio fue el más alto desde el Raw del 31 de agosto, que tuvo 3,380,000 debido a la reaparición de Sting. El incremento con respecto al episodio de la semana pasada fue de 848 mil espectadores, lo que representa un 27%.
Sin duda son grandes noticias para WWE, en especial porque la tendencia podría revertirse debido a que como fueron reacomodadas las piezas en el tablero. Roman Reigns ya no es el aburrido favorito para ganar el Royal Rumble, posibilidad de la cual se habían quejado los fans durante meses. Ahora todo el panorama rumbo a WrestleMania luce menos viciado.
Lo único que nos preguntamos es por qué Vince McMahon esperó tanto tiempo para volverse a poner a cuadro, cuando era una de las soluciones más sencillas para frenar la caída de los ratings.