Me he decidido a hablar después de once años porque era el momento de contar mi historia y liberarme de esta carga con la que he vivido tanto tiempo. En el 2008, cuando el periodista inglés Andrew Jennings publicó su historia no me animé a sacar las pruebas porque tenía miedo. Sigo teniéndolo. Pero ahora están detrás la Fiscalía de Estados Unidos, la de Suiza y el FBI. He querido contar lo que sé y lo que ha sucedido en esa Institución”, dice el ‘Confidente X’ en el encuentro con este periódico, un día cualquiera, en cualquier lugar.
Está en España con su familia. Salió de Asunción “asustado y preocupado”. “Cuando pedí dejar de hacer el trabajo que me tenían encomendado, cuando quise de dejar el dinero de las coimas (sobornos) empezaron los problemas. Me vigilaban, me seguían coches sin placa, sonaba el teléfono de madrugada. Noté la presión y decidí marcharme con mi familia. Tengo mujer e hijos”, dice X, quien asegura que “ya estando fuera de Paraguay incluso dispararon contra los muros de mi casa. Fue horrible, porque aún tenemos allí gente querida, familia y amigos”. Quiere proteger su identidad porque “el doctor Leoz es ya muy mayor, pero hay otros que han estado cerca de él que son peligrosos”. El ‘Confidente X’ es un hombre de mediana edad, ni alto ni bajo. Habla con seguridad y mantiene en su cabeza los números de cuenta, las fechas, los momentos. “Los hubo duros, como el pago de coimas a los dirigentes de la CONMEBOL” que mañana revelará este periódico. “Pero de eso no hay pruebas más allá de mi testimonio, porque nadie firma recibos de los sobornos”. Hay otros papeles, documentos con la fortuna amasada por los que trabajaron en el vértice de la CONMEBOL, “que era una máquina de hacer dinero, pero también un huerto para sacarlo”.
El ‘Confidente X’ llegó a España por consejo de un fiscal, que ahora es senador en Paraguay, al que contó su caso. “El mejor consejo que pudo darme es que abandonara el país. Y eso hice”. Aquí está asesorado por otros abogados y, cuenta, durante algún tiempo vivió protegido.
“Espero que la Justicia llegue hasta el final y se destape lo que durante tantos años ha venido sucediendo en la CONMEBOL, un edificio protegido como una Embajada, inviolable para la Policía”. “Era el sitio más seguro de Paraguay, pero estar dentro incluso acarreaba riesgos mayores que los de estar fuera”, afirma.