Exultante, como es ella, Jessica Vall se mostró “encantada” después de lograr la clasificación para la final de los 200 braza, el reto que venía buscando desde que debutara en unos Mundiales en 2013. La catalana reconoce que “el objetivo está cumplido, que es nadar una final. Me encontré muy cómoda, pero me han ganado en la llegada e iba por delante, eso no me ha gustado”, bromeó.
Sabe Vall que para poder aspirar a quedar entre las cinco primeras del mundo debe ser perfeccionista y cuidar todos los detalles en el agua. No obstante, la nadadora del CN Sant Andreu considera que le beneficia que en la mayoría de finales las participantes piensen más en la táctica que en nadar rápido. “No sé lo que sentiré en una final, pero el trabajo está sirviendo. Vamos por el buen camino. No me conformo cone sto. Tengo que ir paso a paso. Como he estado viendo en otras finales pasadas, hay más táctica porque la gente va a por el oro. Así que a veces no salen las mejores marcas”.
No se obsesiona Vall con batir el récord de España (2:22.88), sino con quedar lo más arriba posible: “Las marcas no me importan, cuanto más arriba esté mejor. Creo que hay tres favoritas. La turca, la japonesa y la danesa. Ellas se jugarán el oro, pero luego el resto venimos por detrás y hay que rascar la posición más arriba posible”.
Por su parte, Marina García, que fue más escueta, confesó que “siempre esperaba más, pero este Mundial lo vivo en otras situaciones diferentes a la de otros”. Sobre su futuro: “Voy a estudiar una carrera que es lo que me importa y voy a continuar haciéndolo en Estados Unidos”.
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