Los contratos firmados por las franquicias NBA en los diez primeros días de apertura del mercado, del 1 al 10 de julio, superaron la cifra global de los 2.000 millones de dólares. El motivo principal de este auge contractual es ya conocido: la lluvia de millones procedente de la televisión, que entre 2016 y 2025 duplicará con amplitud los ingresos previos. Una nueva fuente de riqueza para los equipos NBA que permitirá elevar el tope salarial por plantilla de los 63 millones de la pasada campaña a los 108 previstos en la 2017-18.
Sí, una barbaridad. Un crecimiento de 45 millones (¡un 71%!) en apenas tres temporadas. Dinero para gastar en acuerdos de renovación y nuevas contrataciones que ahora parecen cifras mareantes, pero que los clubes intuyen como un chollo a unos años vista. Los números les dicen que invertir ahora en talento es una gran oportunidad de mercado. Los cálculos que manejan son los siguientes: una firma hoy por ocho cifras (diez millones de dólares), lo que en la actualidad se considera un contratazo, en 2017 equivaldrá a un desembolso aproximado de 5,8 millones. Es decir, el dólar de hoy serán 58 centavos entonces, y al año siguiente es posible que menos de 50.
Pongamos como ejemplos dos de las operaciones que más han impactado este verano, la de Anthony Davis (145 millones por cinco años) y la de Marc Gasol (113 por el mismo periodo de tiempo). En las primeras campañas la depreciación comparativa será menor, pero a partir de 2018 será superior. Así, si realizáramos una estimación con la cifra media de los 58 centavos por dólar, el contrato global de Davis (que además entra en vigor en 2016) reduciría su valor a unos 84 millones de los de ahora en relación al tope salarial y el de Marc Gasol se quedaría en unos 65. Son cifras muy estimativas, pero que explican ese furor casi compulsivo por lucir estilográfica. La orden está dada: ¡compren, compren!