Alejandro Valverde se trae a la Clásica de San Sebastián el subidón del podio del Tour. Como siempre, la prueba vasca toma el testigo de la ronda francesa, con varias de las estrellas que se pasearon por los Campos Elíseos. Aquellas lágrimas de felicidad son un potente motor en lo que le resta de temporada al actual líder del UCI World Tour, que aspira seriamente a repetir el triunfo del año pasado en la meta donostiarra, una llegada para corredores explosivos que le va como anillo al dedo.
El perfil en forma de sierra jalonado por hasta seis puertos, de los cuales tres son de primera categoría, esconde cerca del final la subida al muro de Igeldo, una pequeño sendero por el que cuesta transitar. Una trampa introducida el año pasado con rampas de hasta el 22% que dibujaron una carrera espectacular.
Alberto Contador quería regresar a la clásica antes de echar la persiana a la temporada, pero le frenó un proceso febril. Tampoco están Froome ni Nairo Quintana. La lógica marca un pulso Valverde-Purito. “Estoy superilusionado y motivado tras el podio en París. Fue un esfuerzo grandísimo y a ver cómo me he recuperado. Ojalá pueda repetir”, expone le murciano, que ha estado estos días cargando las pilas con la familia. “Ojo a Luis León, que ha ganado dos veces en San Sebastián. Purito me parece el más peligroso”, admite. Cerca de ellos andarán Philippe Gilbert y Romain Bardet.
Corredores con enorme tirón por la ciudad de La Concha tratarán de romper ese pronóstico claro. Como Samuel Sánchez, deseando tal vez escribir un capítulo glorioso ajeno al libro autobiográfico Samuel, el ciclista de oro, que presentará tras la carrera.