El Kazán Arena enloqueció una vez más con sus sirenas. En un bello ejercicio, ejecutado de forma brillante, Rusia se consagró nuevamente en la final de equipo libre con una puntuación estratosférica (98,4667), la más alta obtenida en estos Mundiales. No le hace falta al equipo liderado por Natalia Ischenko contar con sus dos solistas, sobradas de talento y de nadadoras capaces de coreografiar a una velocidad de vértigo.
China le siguió la estela, a más de dos puntos, con un ejercicio más artístico que de costumbre (96,1333). Y Japón, cuyas nadadoras rompieron nuevamente a llorar tras conocer la puntuación, se colgó el bronce (93,900). El retorno de Imura ha surtido efecto en tiempo récord, pues apenas lleva desde enero dedicada a pleno rendimiento al equipo nacional. Ucrania se quedó nuevamente con la miel en los labios, con un 93,700 que no le valió para subir al podio.
El equipo español, muy motivado, fue el último en saltar al agua con una coreografía divertida y original, con una música tropical pero atípica, que rememora la cultura brasileña con vistas a los Juegos Olímpicos de Río, del próximo año. Muy aplaudidas por el público ruso, las chicas de Esther Jaumà disfrutaron, realizaron de forma espléndida las primeras acrobacias y lograron aumentar la nota de la preliminar 92,4667, aunque se quedaron a un punto y medio del podio.
Por abajo, Italia, sexto clasificado, se quedó a un punto de España, una distancia inferior a los 4,5 puntos que les separaron en 2013. El decorado de la sincro está variando y las distancias entre las cinco de cabeza están muy marcadas.