Universidad de Chile venció por 4-3 a Curicó en un partido que no debió ganar, por la quinta fecha de la Copa Chile. Los azules fueron superados en el Estadio la Granja, pero el elenco de la Séptima Región falló en un aspecto crítico del juego, cuando hay supremacía en posesión del balón y territorialidad: la definición.
El cuadro de Martín Lasarte no ha mostrado un buen talante en el inicio de la temporada. De hecho, antes de medirse con los curicanos, empató a uno contra Antofagasta, en el Estadio Nacional. Los pumas se impusieron en el balance global, pero el juicio lo distorsiona el penal perdido en los descuentos y el cabezado a quemarropa de Gustavo Canales que el arquero sacó con la pierna segundos después. Todo producto del contenido volitivo de los universitarios, pero no de un diseño futbolístico contundente.
El ataque construido de la U fluye a trompicones, en forma trabada, con una espesura que deja inactivos a los tres delanteros. Los primeros duelos fueron con Fabián Carmona en el rol de volante ofensivo y los goles que anotó trasuntaron el perfil que el veinteañero le confirió a su funcionalidad: una labor mas concentrada en ocupar el espacio liberado por Canales, en sus descensos para enlazarse con la línea media, y así marcar gracias a sus rupturas.
Sin embargo, no había generación de juego ofensivo, porque el 10 (Carmona) estaba más focalizado en aparecer por sorpresa para anotar que en abastecer de balones al trío ofensivo. Lasarte detectó el problema y entonces prescindió del volante ofensivo inicial, dándole cabida a Gustavo Lorenzetti tras superar la lesión que lo tuvo marginado.
El argentino ofrece movilidad constante, juego al pie y al espacio para la recepción del balón, tiro de media distancia como recurso ofensivo. Pero en su readaptación, le ha costado volver a echar a andar la máquina. Entonces, con el creador sin ejercer a plenitud su función, el tándem más estable de volantes de contención (Rodrigo Ureña y Ricardo Guzmán Pereira) no ha tomado el relevo en la elaboración. Ambos cumplen a cabalidad las exigencias de los pases iniciales en la circulación, pero no están para la habilitación decisiva que deja de cara al gol.
Una tercera alternativa en el puesto es Renato González. El zurdo impactó hasta el tuétano a los fanáticos azules con su llanto tras su primer gol en la escuadra. Chispa, electricidad, tiro potente y colocado, salida limpia en espacios reducidos, el arsenal de recursos que puede entregar el ex San Marcos. Pero, por ahora, la percepción es que su aporte está segmentado a momentos acotados del juego. En su trayectoria ha sido así, en el contexto de clubes con tiempo para esperar que aparezca, cosa que no es posible en esta U.
En la defensa la multiciplicidad de nombres para cuatro puestos ha sido alta. Dos hombres, eso sí, han sido fijos: Mathías Corujo y Osvaldo González; el resto, pura rotación. El asunto es extraño, porque ambos custodian el flanco derecho, donde más han herido a los azules. Al respecto la postal es la siguiente cuando atacan a los azules: el uruguayo perdiendo la espalda, 'Rocky' saliendo al cruce en la cobertura y generando todo ello una enorme desequlibrio en la retaguardia.
Lasarte ya cuenta con Cristián Suárez, Matías Rodríguez, Benjamín Vidal y José Rojas. Es probable, entonces, que el DT meta mucha mano en la defensa. Cualquier equipo quisiese contar con los zagueros, pero no es llegar e insertalos en la oncena. La última línea es la más demandante en cuanto a sincronía, pues el "yo presiono, tú sobras" o el "yo me proyecto, tú me cubres" exige tiempo de interacción en el terreno de juego y no solo acuerdo verbal. Claro, porque cualquier falla puede significar un gol en contra y, sin fluidez para construir y marcar en la meta oponente, el destino negativo aparece inexorable.