Llevamos toda la “off-season” informando puntualmente del proceso contractual del quarterback Russell Wilson, asunto que junto al caso “Deflategate” ha mantenido a la NFL en la primera plana de las noticias incluso en los meses más duros como junio y julio.
Pero mientras todas las miradas y debates se han centrado en el quarterback, por detrás ha ido creciendo un sentir cada vez más general en la plantilla de que el reparto de los $$$ no está hecho conforme a todos. Los casos de Michael Bennett y Bruce Irvin eran conocidos desde hacía tiempo, pero esta semana ha sido el safety Kam Chancellor el que ha dado la sorpresa al declarar también su descontento contractual e incluso amenazar con no acudir a tiempo al training camp en el que caso de que no reciba un aumento salarial.
¿Qué está pasando en Seattle para que haya tanto malestar? ¿Es Wilson responsable indirecto del enfado de sus compañeros? La respuesta es que no. El quarterback lleva tiempo jugando muy por debajo de sus méritos en el campo y merece un nuevo contrato como el que más. Quien marcó un precedente en este equipo que ahora se está volviendo contra el mismo fue Marshawn Lynch.
El año pasado Lynch estuvo una semana de huelga en el training camp con el objetivo de aumentar sus emolumentos. Seattle había establecido una norma interna de no renegociar contratos de jugadores con más de un año de unión a la franquicia, pero con el runningback estrella la rompió. Pese a tener contrato para 2014 y 2015, los Seahawks hicieron números para convertir diferentes bonos en dinero garantizado y contentar así a “Beast Mode”. Finalizada la pasada campaña le firmaron además un nuevo contrato.
En resumidas cuentas, si Lynch tuvo éxito poniéndose en huelga, ¿qué se lo impide a hacer a Chancellor que tiene vinculación con el club hasta 2017? Reshad Jones, William Moore, Michael Griffin o incluso Dashon Goldson tienen mayores contratos que él, así que siguiendo el ejemplo de Lynch y por qué no del propio Wilson, el gran intimidador de la “Legion of Boom” también querrá que le paguen acorde a su rendimiento en el campo.
Si Chancellor tuviese éxito en su pulso contractual, que lo dudamos, el año que viene podría repetirse la misma situación con Richard Sherman o Earl Thomas. Además, para 2016 Russell Okung y Brandon Mebane (dos grandes bastiones del equipo) probablemente sean agentes libres y ya sabemos las barbaridades que se llegan a pagar en el mes de marzo. Con el tema de marras de Wilson más la renovación de otro posible agente libre, Bobby Wagner, el general manager de Seattle, John Scheneider, tiene unos meses por delante de auténtica locura.
Los Seahawks crearon desde el front office y el staff técnico que dirige Pete Carroll un bloque fuerte y compacto que ha traído los años más gloriosos de la franquicia: cuatro apariciones en playoffs en cinco campañas, un campeonato de la NFL y otro más de la NFC. Ahora este “monstruo” que han creado se está volviendo contra ellos.
Ninguna franquicia se mantiene en lo más alto si sus grandes estrellas no hacen unas mínimas concesiones salariales. No hablamos de aceptar cualquier cosa que te ofrezcan, pero si de verdad antepones el éxito deportivo a todo sabes que conseguirás un poco menos dinero que fuera. Es el sacrificio de quedarte en un conjunto ganador. Habiendo obtenido un anillo de campeón de la Super Bowl parece que varios jugadores lo ven todo desde una óptica diferente.