Hubo en tiempo en el que la Selección Mexicana de Fútbol gobernaba la CONCACAF con puño de hierro. El TRI ha ganado la Copa Oro en seis ocasiones: 1993, 1996, 1998, 2003, 2009 y 2011; aventaja por uno a su más cercano (y acérrimo) rival, los Estados Unidos. Pero, como ya es del dominio público, la hegemonía de México en el área está entredicho. La historia no juega
Tras la debacle de 1991, México se abocó a ganar la Copa en 1993, edición donde demolió a sus rivales (sólo Costa Rica puso resistencia): anotó 28 goles y sólo recibió dos; el mejor registro en la historia de competencia (+26). La tendencia exterminadora se ha mantenido en cada uno de los torneos donde ha triunfado: en 1996 y en 2003 no encajó ningún tanto; sólo admitió dos en 1998 y 2009, y cuatro en 2011; además, en ninguna edición ha convertido menos de ocho goles.
El balance del Tricolor en finales es notable: de siete finales disputadas ganó seis y tan sólo perdió una; en 2007 contra Estados Unidos, bajo el mando de Hugo Sánchez, aquella tarde fatídica en Chicago. Es, precisamente, el combinado estadounidense el máximo émulo de México en finales de Copa Oro: han disputado cinco, cuatro a favor de los verdes y la referida a favor de las ‘barras y las estrellas’. México ha dejado imbatida su portería en cinco de las seis finales ganadas; la excepción, el 4-2 contra Estados Unidos en 2011.
El recuento de las finales también vislumbra la inestabilidad del banquillo tricolor. Ningún entrenador ha repetido; seis campeonatos, seis técnicos distintos. Algunos encaraban una situación de emergencia (Aguirre, Lapuente) y otros, a pesar de la victoria, ni siquiera pudieron terminar su proceso al frente del timón (José Manuel De La Torre).