—Jamaica en la final de la Copa Oro por primera vez en su historia. Vaya éxito.
—Estamos todos muy contentos, aunque antes de una final la alegría es contenida. Vinimos al torneo con la intención de ganarlo y tenemos posibilidades. Hicimos un buen trabajo preparatorio en la Copa América. Después de aquello descansamos casi dos semanas y llegamos a la Copa Oro apenas tres días antes del debut.
—¿Qué hace un español trabajando con la selección de Jamaica? ¿Qué función tiene?
—Empecé en la parte responsable del análisis de los rivales y el trabajo con los vídeos se fusionó luego de manera continuada con el del cuerpo técnico del seleccionador Winfried Schafer. En la Copa América y en la Copa Oro he trabajado como asistente suyo.
—¿Es un milagro el rendimiento que está dando Jamaica?
—Comparado con las selecciones contra las que nos hemos enfrentado nuestro ránking no era muy bueno, pero los teníamos muy bien analizados y estudiados. La gente en Jamaica considera una heroicidad lo que estamos haciendo. Nosotros teníamos la confianza de poder llevarlo a cabo.
—Uno habla de Jamaica y piensa en velocistas tipo Usain Bolt, no en futbolistas.
—Los jamaicanos destacan mucho en atletismo, pero lo que de verdad les genera pasión son el críquet y el fútbol. Es raro no ver a la gente jugando por las calles. Es un país con un margen de crecimiento tremendo. Sus futbolistas son físicos, pero también tienen talento. A nivel táctico hemos crecido mucho. Conseguimos imponer una mentalidad mucho más europea. Schäfer ha logrado títulos allá donde ha ido.
—¿Se imaginan conquistando la Copa Oro ante México?
—Por qué no. México tiene jugadores de gran calidad, pero ha sufrido altibajos en el torneo. Vencer la final sería ganar a lo grande, superando a los mejores de la CONCACAF.
—¿Temen que los árbitros favorezcan a México como contra Costa Rica y Panamá?
—Es verdad que hubo jaleo en esos partidos, pero es algo que no depende de nosotros. Nos debe preocupar México, no el árbitro. Hemos llegado hasta aquí superando a la anfitriona EE UU ante 68.000 espectadores. Si no creímos en cosas raras en esas circunstancias, tampoco ahora.
—¿Considera que hay mano negra en la CONCACAF?
—Los grandes intimidan más a los árbitros, pero eso ocurre en todos los sitios. No creo que sea distinto a otras partes.